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Tuesday, May 4, 2010

GUERRAS DIVINAS...

El título divino “Jehová de los ejércitos” se utiliza casi trescientas veces en las Escrituras Hebreas y dos en las Escrituras Griegas Cristianas (1 Samuel 1:11).
Como Soberano, Jehová comanda un extenso ejército de ángeles, cuyo potencial destructivo es impresionante (Josué 5:13-15; 1 Reyes 22:19; Isaías 37:36).
Aunque la muerte de seres humanos nunca sea una escena grata, debemos recordar que las guerras divinas no son comparables a los mezquinos conflictos humanos.
Las agresiones del hombre siempre están marcadas por la codicia y el egoísmo, por mucho que las justifiquen políticos y militares alegando motivos nobles.
Jehová, en cambio, no actúa cegado por las emociones.
De él dice Deuteronomio 32:4: “La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él”. Además, condena en su Palabra la furia incontrolada, la crueldad y la violencia (Génesis 49:7; Salmo 11:5).
Nunca actúa sin causa, y ejerce su poder destructivo en contadas ocasiones, siempre como último recurso.
Por boca del profeta Ezequiel reveló su sentir: “¿Acaso me deleito de manera alguna en la muerte de alguien inicuo —es la expresión del Señor Soberano Jehová—, y no en que se vuelva de sus caminos y realmente siga viviendo?” (Ezequiel 18:23).
aunque Jehová es amor, también es Dios de santidad y justicia, cualidades que en ocasiones lo obligan a hacer uso de su poder destructivo (Isaías 59:15-19; Lucas 18:7). Por lo tanto, no mancilla su santidad cuando pelea. Más bien, combate porque es santo (Éxodo 39:30).

Dios actúa para eliminar la maldad
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Una de tales intervenciones fue el Diluvio de Noé.
Génesis 6:11, 12 dice: “La tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios verdadero, y la tierra se llenó de violencia. De modo que Dios vio la tierra y, ¡mire!, estaba arruinada, porque toda carne había arruinado su camino sobre la tierra”.
¿Permitiría Jehová que los malvados aniquilaran hasta el último vestigio de moralidad que quedaba en el mundo?
No, y por ello se vio forzado a enviar el diluvio universal, que borraría del planeta a las personas violentas e inmorales.

Otro caso semejante es el juicio divino contra los cananeos.
Jehová reveló que por la línea de Abrahán vendría una descendencia mediante la cual se bendecirían todas las familias de la Tierra. En conformidad con tal propósito, decretó que la progenie de Abrahán recibiera la tierra de Canaán, en la que ya vivían los amorreos. ¿Qué razón podía tener para sacarlos de su propio país a la fuerza? Dios profetizó que no los desalojaría sino hasta cuatrocientos años después, cuando hubiese “quedado completo el error de los amorreos” (Génesis 12:1-3; 13:14, 15; 15:13, 16; 22:18).
Durante ese plazo, ellos se sumieron cada vez más en la corrupción moral. Canaán se convirtió en un país plagado por la idolatría, la violencia sanguinaria y la degradación sexual (Éxodo 23:24; 34:12, 13; Números 33:52). Sus habitantes llegaron a sacrificar a sus hijos en el fuego. ¿Podía un Dios santo exponer a su pueblo a tales perversidades? De ningún modo. Por ello declaró: “La tierra está inmunda, y traeré sobre ella castigo por su error, y la tierra vomitará a sus habitantes” (Levítico 18:21-25).
Pero no hizo un exterminio indiscriminado, sino que perdonó la vida a algunos cananeos que manifestaron buena disposición, entre ellos Rahab y los gabaonitas (Josué 6:25; 9:3-27).

Combate a favor de su pueblo:

Imaginémonos que un padre ve a una fiera salvaje atacar a los suyos, de modo que interviene y la mata. ¿Creemos que se indignarían la esposa y los hijos por tal acción? Todo lo contrario.
Cabe esperar que los conmoviera su amor y abnegación.
De igual modo, no debería indignarnos el uso que Jehová da a su poder destructivo.
Más bien, al comprender lo dispuesto que está a pelear para protegernos, deberíamos cobrarle más cariño y sentir mayor respeto por su infinito poder.
De esta manera, podemos “rendir a Dios servicio sagrado [...] con temor piadoso y reverencia”

Combate a favor de su nombre:

Jehová es santo y, en consecuencia, también lo es su nombre (Levítico 22:32). De hecho, Jesús enseñó a sus discípulos a pedir en oración: “Santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). La rebelión edénica profanó el nombre de Dios, pues puso en tela de juicio su reputación y forma de gobernar. Dado que él no podía pasar por alto tales calumnias ni tal rebelión, se vio en la necesidad de limpiar su nombre de todo descrédito

La inminente “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” cerrará el Libro de las guerras de Jehová:

En nuestro tiempo, dentro de poco, “el libro de las Guerras de Jehová” alcanzará una grandiosa culminación cuando se le añada un nuevo capítulo... el relato de Su más gloriosa victoria. Esa será “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” en Armagedón, el final en lo que se refiere a este sistema de cosas. (Revelación 16:14, 16.) Todo el “libro” mostrará que el Dios Todopoderoso nunca ha perdido una pelea, o batalla.

Jehová da la señal a su Mariscal de Campo, Jesucristo. En el nombre de Jehová, él y los ejércitos celestiales de miríadas de ángeles se lanzan a la batalla, como montando caballos de guerra. (Judas 14, 15.)

¿Que armas utilizará?

Jehová utilizará como armas de guerra las fuerzas de la creación: chaparrones inundadores, granizo de tamaño mortífero, lluvias de fuego y azufre, aguas que brotarán desde la profundidad de la tierra, y resonantes descargas eléctricas. Cuando relumbren los medios que Dios utilizará para dar muerte a sus enemigos, la luz será tan intensa de día y de noche que el Sol y la Luna parecerán innecesarios como fuentes de iluminación.
Parecerá que se habrán detenido y no funcionarán como portadores de luz, para que los proyectiles radiantes de Jehová den una exhibición de poder iluminador. (Habacuc 3:10, 11.) Abundan los fenómenos naturales que Jehová tiene a su disposición para pelear. (Josué 10:11; Job 38:22, 23, 29.)

El nombre de Jehová será hermoseado:


De ese modo, “Jehová de los ejércitos” mediante su Mariscal de Campo, Jesucristo, obtendrá para sí gloria inmarcesible. Para entonces se habrá realizado el más grande acontecimiento de la historia universal... la vindicación de la soberanía universal de Jehová y la santificación de su sagrado nombre. (Ezequiel 38:23; 39:6, 7.) Jehová se ganará una fama o nombre que sobrepasará a todo lo que se ha descrito en “el libro de las Guerras de Jehová” y en las Escrituras Hebreas de la Santa Biblia..

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