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Thursday, September 9, 2010

“Primero haz las paces con tu hermano”


“Primero haz las paces con tu hermano”

Después de advertir a los que le escuchaban acerca de lo mortífero de la cólera prolongada, Jesús dirigió los pensamientos de ellos hacia arrancar de raíces las causas de la cólera. Dijo: Si, pues, traes tu don al altar yallí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu don allí enfrente del altar, y vete; primero hazlas paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu don.”—Mat. 5:23, 24.
“Don” en este caso quería decir cualquier ofrenda sacrificatoria que alguien presentara en el templo de Jehová. Los sacrificios animales eran de considerable importancia, pues Dios mandó que se hicieran como parte de la adoración verdadera. Pero para el que quizás recordara ‘que su hermano tenía algo contra él,’ había un asunto de mayor importancia todavía. “Deja tu don allí enfrente del altar, y vete,” dijo Jesús. “Primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu don.”
Esto no tendría que haber sido tan difícil como parece, puesto que el tiempo en que se solía traer aquellos sacrificios era durante las tres fiestas de temporada de la Pascua, el Pentecostés y las Cabañas. (Deu. 16:16, 17) Probablemente el hermano ofendido estaría entre los peregrinos que acudían en grandes cantidades a Jerusalén para estas fiestas.
Uno aquí pudiera recordar el requisito mosaico acerca de las ofrendas de culpa. En casos de robo, pérdida o engaño con relación a propiedad, la ley de Dios exigía que el culpable arrepentido restaurara la cantidad completa junto con un 20 por ciento adicional antes de presentar su ofrenda. (Lev. 6:1-7) Sin embargo, Jesús no limitó sus comentarios a las ofrendas de culpa y transgresiones específicas. Según el Hijo de Dios,cualquier ofrenda debería posponerse si uno recordaba que su hermano tenía, con razón, algo contra uno... algo que su conciencia le dijera que, incorrectamente, uno hubiera hecho o dejado de hacer para con su hermano; o pudiera ser que uno percibiera, por la actitud de su hermano para con uno, que había algún sentimiento de ofensa. En tal caso, la ofrenda se debería dejar viva “allí enfrente del altar,” a saber, el altar de las ofrendas quemadas en el patio o atrio de los sacerdotes en el templo.
Desde el punto de vista de Dios la relación de uno con sus congéneres es una parte clara, importante, de la adoración verdadera. Los sacrificios animales, hasta el punto de “miles de carneros,” no tenían significado para Dios si los que los ofrecían no trataban debidamente a su congénere. (Miq. 6:6-8) “Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto.”—1 Juan 4:20.
Además, Jesús instó a los que le escuchaban a evitar las demoras en rectificar agravios, al decir: “Ocúpate enarreglar prestamente los asuntos con el que se queja contra ti en juicio, mientras estas con él en caminohacia allá.”—Mat. 5:25a.
‘Mientras estaba con el que tenía la queja en camino al tribunal’ el ofensor debería hacer esfuerzos vigorosos por resolver el asunto fuera del tribunal. Si el ofensor admitiera su error, expresara dolor e indicara un deseo de hacer la restitución debida, probablemente el que se quejaba se inclinaría a mostrar misericordia, y quizás hasta concordaría en términos con los cuales el ofensor pudiera cumplir sin indebida penalidad.
Dando una razón práctica para tal arreglo rápido de los asuntos, Jesús declaró: “No sea que el querellante teentregue al juez, y el juez al servidor del tribunal, y seas echado en prisión.”—Mat. 5:25b.
Una vez que el caso llegaba al tribunal, si se probaba que el acusado era culpable y no podía pagar su deuda, el juez pudiera entregarlo a un “servidor del tribunal.” Este oficial, a su vez, metería en prisión al culpable. ¿Por cuánto tiempo?
“Te digo en verdad,” declaró Jesús: “De seguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado la últimamoneda de ínfimo valor.” (Mat. 5:26) Según el texto griego de Mateo, el aprisionamiento continuaría hasta que se pagara el último kodrantes, “cuadrante,” una moneda que valía la sexagésima cuarta parte del salario que se acostumbraba pagar por día a los que trabajaban en la agricultura. A menos que alguien viniera y pagara la deuda del prisionero, éste pudiera permanecer en la cárcel por largo tiempo.
La adoración aceptable tiene que incluir el tratar debidamente al congénere de uno. El apóstol Pablo aconseja a compañeros de creencia: “Hagan que esto sea la decisión suya: el no poner delante de un hermano tropiezo ni causa para dar un traspié.” (Rom. 14:13) Si surgiera tal causa de tropiezo, el cristiano debería recordar las palabras de Jesús y ‘ocuparse en arreglar prestamente los asuntos.’ (Mat. 5:25) “Porque en bondad amorosa me he deleitado,” dice Jehová, “y no en sacrificio.”—Ose. 6:6.

Notas:  Josefo declara que los tribunales locales solo tenían siete jueces, pero cada juez tenía dos levitas como ayudantes.—Antiquities of the Jews, Libro IV. capítulo VIII, sección 14.
El Theological Dictionary of the New Testament (Diccionario teológico del nuevo testamento) dice lo siguiente acerca del Sanedrín principal de Jerusalén: “A la cabeza de este cuerpo, que se reunía en la boule [cámara del concilio] . . . estaba el sumo sacerdote. Él era el líder del pueblo judío; solamente él podía presidir en el Sanedrín. Alrededor de él estaban los archiereis [sacerdotes principales], la aristocracia sacerdotal, simpatizantes de los Saduceos. Por virtud de su oficio los sacerdotes principales del templo tenían asiento y voz en el Sanedrín y formaban una facción sólida. Los ancianos eran el segundo grupo. Es verdad que originalmente a todos los miembros de la gerousia [asamblea de hombres de más edad] se les llamaba ancianos. Gradualmente, sin embargo, este término adquirió un sentido más restringido, de modo que solo a líderes de las familias legas influyentes de Jerusalén se les llamaba presbyteroi [ancianos]. Sin excepción, estos patricios eran, también, saduceos por creencia. Los fariseos se las arreglaron para entrar en el Alto Consejo en los días de la reina Alejandra [76-67 a. de la E.C.]. Desde entonces en adelante el poder y la influencia de los grammateis [escribas] aumentó continuamente en el Sanedrín. En el período romano losarchiereis [sacerdotes principales] todavía eran primeros en rango, pero de hecho no se podían tomar ni ejecutar decisiones sin que concordaran en ellas los escribas farisaicos.”

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