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Saturday, October 2, 2010

Mat. 4:23—Matt. 4:23

Sábado 2 de octubre
[Jesús] recorría toda Galilea, enseñando en sus sinagogas y predicando las buenas nuevas del reino (Mat. 4:23).
El principal motivo que Jesús tenía para predicar y enseñar a la gente era su amor a Dios, pero también lo hacía porque amaba las verdades que enseñaba. Para él, esas verdades eran valiosísimos tesoros, y tenía muchos deseos de darlas a conocer. Nosotros nos sentimos igual que él, pues también somos maestros o, como dijo él, instructores públicos. Pensemos tan solo en las valiosas verdades que hemos aprendido en la Palabra de Dios. Conocemos la cuestión de la soberanía universal y sabemos cómo se resolverá. Además, sabemos en qué estado se encuentran los muertos y qué bendiciones traerá el nuevo mundo de Dios. Sea que hayamos aprendido esas verdades hace poco o mucho tiempo, su valor sigue siendo el mismo. Son en verdad un tesoro que no tiene precio (Mat. 13:52). Si somos entusiastas en el ministerio, la gente percibirá nuestro amor por las enseñanzas divinas.
Saturday, October 2
[Jesus] went around throughout the whole of Galilee, teaching in their synagogues and preaching the good news of the kingdom.—Matt. 4:23.
Love for God motivated Jesus to preach and to teach. But Jesus also loved the truths he taught. To him, those truths were priceless treasures, and he was eager to share them with others. We as teachers, or ‘public instructors,’ feel the same way. Just think of some of the precious truths we have learned from God’s Word! We know of the issue of universal sovereignty and how it will be settled. We well understand what the Scriptures teach about the condition of the dead and the blessings to come in God’s new world. Whether we learned such truths in recent times or long ago, they never fade in value. Old or new, such truths are, indeed, priceless treasures. (Matt. 13:52) By preaching with heartfelt enthusiasm, we convey to others our love for what Jehovah has taught us. 

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