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Friday, January 21, 2011

Las vívidas figuras retóricas de la Biblia


¿PUEDE usted imaginarse cómo sería la vida sin las palabras? Las palabras no solo dan a conocer hechos, sino que también captan nuestra atención, despiertan nuestras emociones y avivan nuestra imaginación. Las palabras han cambiado el curso de la historia.

En ningún caso es esto más cierto que en el de la Biblia... el ejemplo más eficaz de la palabra escrita que ha existido en la historia. ¿Por qué es la Biblia tan eficaz? Porque es la Palabra escrita de Dios y presenta de manera gráfica el modo de pensar de Dios. Y esto se debe en parte al hecho de que en ella se usan vívidas figuras retóricas.

“Como un árbol”





La figura retórica más sencilla es el símil. Aunque es sencilla, es muy eficaz. ¿Qué es un símil? Cuando decimos que un hombre es “fuerte como un toro” o “testarudo como una mula”, estamos empleando símiles. Mediante la palabra “como”, estamos comparando dos cosas que en realidad son muy diferentes, pero que tienen cierta característica sobresaliente en común, como la fuerza o la terquedad.
Por ejemplo, la Biblia nos dice que el hombre que ama la ley de Dios es como un árbol. ¿En qué sentido? “Ciertamente llegará a ser como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita, y todo lo que hace tendrá buen éxito” (Salmo 1:3). Por supuesto, el hombre y el árbol son muy diferentes. Pero la frondosidad de un árbol plantado al lado de un lugar donde hay mucha agua recordó vívidamente al salmista la prosperidad espiritual del hombre cuyo “deleite está en la ley de Jehová”. (Salmo 1:2.)

“La sal de la tierra”




Las metáforas se parecen a los símiles. Éstas también hacen resaltar cierta similitud entre dos cosas muy diferentes. En los símiles se usa la palabra “como”, mientras que en las metáforas se refiere a cierta cosa como si realmente fuera la otra.

Jesús empleó una metáfora cuando dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra” (Mateo 5:13). No, los discípulos no eran literalmente sal. Pero la sal sirve para conservar alimentos, y los discípulos tenían un mensaje que preservaría la vida de muchas personas. Al decir: “Ustedes son la sal” (lo cual es una metáfora)

Jesús dio mayor fuerza a sus palabras que si hubiera dicho: “Ustedes son como la sal” (lo cual es un símil).
Las metáforas son muy comunes en la Biblia. Vemos más ejemplos de ellas en las siguientes palabras de Jesús: “Yo soy la puerta”; “Ustedes son la luz del mundo. [...] Resplandezca la luz de ustedes”. (Juan 10:7-9, 11; Mateo 5:14-16.)

“Ni un cabello de sus cabezas”




Otra figura retórica es la hipérbole. Ésta es una exageración tan obvia que deja grabada una imagen inolvidable. Cuando la madre dice a su hijo: “¡Te he dicho un millón de veces que no hagas eso!”, ella está usando una hipérbole.

Jesús empleó una hipérbole impresionante al advertir: “¿Por qué, pues, miras la paja en el ojo de tu hermano, pero no tomas en cuenta la viga en tu propio ojo?” (Mateo 7:3). ¿No pestañea usted instintivamente al leer eso? ¡Qué manera más enfática de decirnos que no critiquemos las pequeñas faltas de otros, visto que nosotros mismos tenemos tantas faltas! Y ¿qué hay de los fariseos que “cuelan el mosquito pero engullen el camello”? (Mateo 23:24.)

Recuerde también la expresión inolvidable que usó Jesús para describir cómo Jehová cuidaría de sus siervos: “No perecerá ni un cabello de sus cabezas” (Lucas 21:18). No, el cabello del cristiano no es sacrosanto en sentido alguno. Más bien, mediante esta declaración hiperbólica, Jesús no dejó lugar a duda de que sus seguidores serían protegidos a pesar de ser “objetos de odio de parte de toda la gente”. (Lucas 21:17.)

“La muerte gobernó como rey”




La personificación es otra figura retórica. La utilizamos cuando hablamos de algo inanimado como si tuviera vida. Por ejemplo, la Biblia nos dice: “La muerte gobernó como rey desde Adán hasta Moisés”; “el desconsuelo y el suspirar tendrán que huir”; “la misma sabiduría verdadera sigue clamando a gritos en la calle misma” (Romanos 5:14; Isaías 35:10; Proverbios 1:20). La muerte, el desconsuelo, el suspirar y la sabiduría no pueden realmente gobernar, huir ni clamar. Pero al hablar de estas cosas como si pudieran hacerlo, la Biblia nos pinta vívidos cuadros en la mente, los cuales fácilmente podemos imaginar y recordar.

Figuras retóricas mal interpretadas



Éstas y muchas otras figuras retóricas hacen de la Biblia un libro vivo. Hacen que las ideas que ella contiene resalten de sus páginas. Pero puede surgir un problema. El no reconocer cuándo se está usando una figura retórica puede resultar en malas interpretaciones.

Por ejemplo, ¿percibe usted una figura retórica en las siguientes palabras de Jesús: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán” (Mateo 24:35)? Muchas personas no la perciben. Creen que Jesús estaba indicando aquí que algún día la Tierra sería destruida. Pero ¿sería ésa la impresión que recibieron sus oyentes?

Difícilmente. Ya sabían, por haber leído las Escrituras Hebreas, que la Tierra permanecería para siempre (Salmo 104:5; Eclesiastés 1:4; Isaías 45:18). Por eso, podían comprender que Jesús estaba recalcando enérgicamente la permanencia de sus palabras. Si las palabras de Jesús son más permanentes que el cielo y la Tierra —y el cielo y la Tierra son eternos— ¡las palabras de él son verdaderamente permanentes! Aun si sucediera lo imposible, que el cielo y la Tierra sí pasaran, las palabras de Jesús aún permanecerían. ¡Qué hipérbole tan impresionante! (Compare con Mateo 5:18.)

De nuevo, ¿puede usted ver una figura retórica en las siguientes palabras: “El ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les dije” (Juan 14:26)? Algunos creen que esto significa que el espíritu santo es de hecho una persona. Pero se menciona tan a menudo el espíritu santo junto con otras fuerzas o cosas impersonales que eso no puede ser cierto (Mateo 3:11; Efesios 5:18; Hechos 6:3, 5; 13:52; 2 Corintios 6:4-8). Está claro que Jesús estaba empleando la figura retórica llamada personificación.

Sí, las figuras retóricas de la Biblia son medios poderosos de enseñar y motivar. Hacen vivir la Palabra de Dios. Y nos dan un buen ejemplo de cómo podemos enseñar eficazmente

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