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Saturday, March 26, 2011

El verdadero poder tras el ocultismo


 

LA Biblia identifica al verdadero poder tras el ocultismo y su propósito. En sus páginas usted no hallará ningún teorizar incierto sobre el tema. Ésta manifiesta claramente los hechos y adopta una posición firme en oposición a todas las prácticas del ocultismo. Todos los otros escritos religiosos antiguos o colocan la base para el ocultismo, lo permiten o lo estimulan.
 

De hecho, la historia testifica que casi todos los pueblos primitivos estuvieron profundamente envueltos en el ocultismo. Sin embargo se sabe de solo una nación que haya tenido una religión que evitaba el ocultismo... los hebreos antiguos de la Biblia. ¿Por qué?
 

Las supersticiones en cuanto a lo desconocido no influyeron en la religión hebrea, como influyeron en otras. Aquel que conoce los hechos les dio su religión, y Él aclaró que no era Su poder lo que estaba tras las prácticas del ocultismo. Como les dijo Dios por medio del profeta Moisés: “Estas naciones . . . [escuchan] a los que practican magia y a los que adivinan; pero en cuanto a ti, Jehová tu Dios no te ha dado nada semejante a esto.”—Deu. 18:14.
 

En términos claros especificó las prácticas que habrían de evitar: “No debería hallarse en ti nadie que . . . emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los muertos. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová.”—Deu. 18:10-12; compare con Levítico 19:26, 31; 20:6, 27; Isaías 8:19.
 

PODER TRAS LO OCULTO

Una experiencia que tuvo que ver con un oficial romano, Sergio Paulo, que era procónsul de Chipre alrededor de 47 E.C., arroja luz sobre el asunto. La Biblia lo describe como “varón inteligente.” Buscaba la verdad. De modo que le preguntó a Saulo de Tarso, un ciudadano romano que también era conocido como el apóstol Pablo, que le hablara en cuanto a Dios y el cristianismo. No obstante, un “mago,” o hechicero, llamado Elimas estaba presente y empezó a oponerse a Pablo, sin duda sabiendo que el mensaje de Pablo podría debilitar su propia influencia ante el procónsul y la reputación que tenía debido a sus poderes de ocultismo.
 

Pablo se volvió a Elimas e identificó claramente al que estaba tras sus poderes de ocultismo, diciendo: “Hijo del diablo, enemigo de toda religión verdadera, ¿por qué no dejas de torcer los rectos caminos del Señor?” (Hech. 13:6-10, Jerusalem Bible, católica) De modo que el apóstol Pablo nombró al “diablo,” una inicua persona espíritu, como el poder tras este hechicero. Puede que a algunos se les haga difícil creer en la existencia de esta criatura.
 

Pero hay testimonio de un testigo ocular de que existe. El Señor Jesucristo vino de la región de los espíritus, y con una convicción nacida de conocimiento personal habló del “Diablo,” conocido también como “Satanás.” 

En cuanto al origen de Satanás, Jesús explicó: “No permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él . . . es mentiroso y el padre de la mentira.” (Juan 8:44; Luc. 10:18) De modo que en un tiempo esta criatura espíritu estuvo “en la verdad.” Pero irritado bajo la autoridad que Dios tiene para determinar qué es “la verdad” y requerir sumisión a ella, el que se haría Satanás optó por dejar que el deseo de poder e independencia venciera su sabiduría.—Sant. 1:13, 14; compare con Ezequiel 28:13-17.
 

Entonces este “Diablo” se puso a seducir a otros a adoptar un derrotero similar. Su primera transgresión premeditada fue mentir contra Dios, y así estableció el modelo para los métodos que emplea aun ahora. Esa mentira resultó en muerte para la primera pareja humana e hizo al Diablo “homicida cuando principió,” así como el “padre de la mentira.”—Gén. 3:1-5, 13; Rev. 12:9.
 

De modo similar, la historia bíblica registra que otros “hijos de Dios,” ángeles, optaron por independizarse de Dios. Tienen poder e influencia sobre la mente y vida de personas vulnerables, hasta la habilidad de “poseer” u “obsesionar” a humanos o animales y usar objetos inanimados para sus propósitos engañosos.—Mat. 12:43-45; Luc. 8:27-33.
 

Los que están envueltos en prácticas de ocultismo reconocen que hay peligro envuelto. El libro Psychic Discoveries Behind the Iron Curtain informa sobre la extensa investigación científica rusa de la ESP [percepción extrasensoria] y otros poderes psíquicos. Ilustrando el peligro aun de esta clase de investigación, los autores dicen: “Hay una advertencia que siempre da cualquier persona que está envuelta en esta obra científicamente... la ESP no ha de tratarse a la ligera. Puede ser peligroso aun cuando se trabaje con algo tan sencillo como una tabla Ouija. Hemos visto algunos de los efectos.”
 

¿A qué se debe el peligro? Una razón que da Ed Warren, a quien se considera experto sobresaliente en el ocultismo es: “El utilizar una tabla Ouija, celebrar sesiones espiritistas o practicar la ESP . . . son invitaciones a espíritus malignos, y a que esos espíritus se posesionen de uno con el tiempo.”
 

Pero ¿a qué se debe todas las extrañas y aparentemente contradictorias variaciones del ocultismo? ¿Por qué es que algunas parecen crasamente malas, otras buenas y todavía otras el resultado de simple capricho? Realmente hay un solo propósito unificado, que únicamente la Biblia revela.
 

PROPÓSITO DEL OCULTISMO

Como se notó antes, ocultistas como Elimas obran como agentes o títeres del Diablo. Como tales, son el “enemigo de toda religión verdadera . . . [torciendo] los rectos caminos del Señor.” (Hech. 13:10, Je B) De modo que prescindiendo de cuán contradictorias y diversas sean las prácticas del ocultismo, hay un propósito unificado: alejar a los hombres de la “religión verdadera” por medio de seducción y hacerlos obrar independientemente de los “rectos caminos” de Dios.
 

La sabiduría diabólica detrás de esta treta es clara. La gente es fascinada por los fenómenos inexplicables, aparentemente “sobrenaturales.” La variedad de las prácticas del ocultismo atrae a diferentes clases de personas. Algunas se someten directamente al Diablo por medio de franca adoración satánica, vudú, brujería y cosas semejantes. Otras son engañadas de modo que se les hace creer que Dios tiene algo que ver con la astrología o el espiritismo. Los que se inclinan a lo científico a menudo quedan fascinados con poderes “psíquicos” como la ESP y la clarividencia. Hay algo para casi todos.
Pero ¿qué hay de las obras de “curación,” “hablar en lenguas,” “exorcisar” demonios, y otras, directamente enlazadas con las llamadas organizaciones “cristianas”? ¿No muestra esto que Dios está trabajando con ellas para derrotar las obras de Satanás, así como ayudó a Jesús y sus apóstoles? (Juan 10:37, 38; Hech. 19:11) 


Jesús previó esta mismísima pregunta en su famoso Sermón del Monte.
 

Dijo que muchas personas profesarían el cristianismo, pero de mala fe. ¿Sobre qué base alegarían ser cristianos? Jesús dijo: “Muchos me dirán aquel Día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’” Pero ¿probaría esto que tenían el espíritu de Dios y eran discípulos verdaderos de su Hijo? Jesús dijo al proseguir: “Entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’”—Mat. 7:15-23, Biblia de Jerusalén.
Claramente, esos ocultistas que usan el nombre de Cristo le son tan detestables como le era a Jehová el ocultismo entre los hebreos. ¿Por qué? Porque el poder detrás de ellos es el mismo. El propósito es el mismo; a saber, alejar a la gente de la “religión verdadera,” seducirla a hacer cosas que Dios condena.
 

La Biblia muestra que los dones espirituales milagrosos pasaron de la existencia después de haber identificado a la recién establecida congregación cristiana como instrumento de Dios para esparcir la adoración verdadera. (1 Cor. 13:8-11) Pero las Escrituras advierten que más tarde los impostores religiosos se aprovecharían de tales “milagros” para dar un tono de legitimidad a sus propias actividades. “No hay nada inesperado en cuanto a eso,” dice la Biblia; “si Satanás mismo se disfraza de ángel de luz, no hay por qué sorprenderse cuando sus siervos, también, se disfrazan de ministros de justicia.”—2 Cor. 11:14, 15, Je B.
 

Esto muestra que la habilidad para exorcisar, o expulsar, demonios, por ejemplo, no necesariamente es una señal de que Dios respalda a los clérigos que profesan tener tal poder. Los cristianos profesos y los no cristianos por igual afirman tener buen éxito en el exorcismo: católicos, protestantes, cabalistas judíos y hasta adoradores del vudú. ¿Está Dios tras cualquiera de ellos? La Biblia dice “Dios no es un Dios de desorden, sino de paz.” (1 Cor. 14:33, Je B) Él ciertamente no obra contra sí mismo apoyando facciones contrarias.
 

También, los mismísimos métodos que utiliza la mayoría de los llamados “exorcistas” muestran que no son de Dios. Jesús podía ‘expulsar a los espíritus con su palabra,’ simplemente ordenándoles, y éstos obedecían, reconociendo su autoridad. (Mat. 8:16, 29-34, Je B; Mar. 5:7-13; Luc. 8:28-33) Sin embargo estos “exorcistas” religiosos recitan fórmulas ritualistas, mágicas, usando ciertas palabras y declaraciones formales, las cuales, en sí, se supone que tienen el poder para exorcisar. La fórmula católica romana para el exorcismo que se encuentra en el Rituale Romanum puede requerir varias horas de recitación y usa reliquias religiosas y otros arreos religiosos supersticiosos... ¡en contraste señalado con los mandamientos sencillos de Jesús! Sin embargo, ¡a menudo sus “exorcismos” parecen surtir efecto! ¿Por qué?
 

La Biblia muestra que Satanás usaría poderes sobrenaturales para respaldar a estos impostores religiosos, estableciendo su credibilidad y así adelantando sus propios fines. El apóstol cristiano Pablo predijo que tendría lugar una rebelión contra los caminos de Dios de parte de los que afirmaban ser seguidores de Cristo, y que los rebeldes buscarían honra venerable para sí mismos, como lo hace el clero de la cristiandad. Luego dijo: “Satanás se pondrá a trabajar: habrá toda clase de milagros y una manifestación engañosa de señales y portentos, y toda cosa mala que puede engañar . . . porque no quisieron captar el amor de la verdad que pudiera haberlos salvado.”—2 Tes. 2:9, 10, Je B.
 

Note que Pablo contrasta la atracción de las ‘señales engañosas’ con “el amor de la verdad.” Jesús identificó la verdadera fuente de la verdad cuando oró a Dios y dijo: “Tu Palabra es la verdad.” La “Palabra” de Dios se encuentra en la Biblia. El genuino “amor de la verdad” se desarrolla por utilizar nuestra mente para aprender acerca de esa palabra, para beneficiarnos de los “rectos caminos” de Dios en nuestra vida.—Juan 17:17; Hech. 13:10, Je B.
 

MODO CORRECTO DE VER EL OCULTISMO

¿Qué significa esto para los que son aficionados al ocultismo o los que están fascinados por la reciente publicidad que ha recibido? Significa que tales cosas no son un tema de curiosidad o entretenimiento sin peligro. Son un medio que usa Satanás el Diablo para apartar a la gente a prácticas que están en pugna directa con la voluntad de Dios que él ha expresado claramente.
 

Los cristianos verdaderos no juegan con el ocultismo. Si tuvieron que ver con él en el pasado, ya han destruido todo lo que poseían perteneciente a él. (Hech. 19:18, 19) Conocen el valor del consejo bíblico: “Opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes.”—Sant. 4:7.
 

Por largo tiempo los testigos cristianos de Jehová han seguido el sabio consejo de la Biblia en cuanto a este asunto. Así han evitado la trampa del ocultismo, especialmente en las zonas de los países latinoamericanos y África donde el vudú y el juju siguen siendo un modo de vida, aun entre las poblaciones supuestamente “cristianas.” No por practicar algunos ritos místicos de exorcismo, sino enseñando a otros la verdad de la Palabra de Dios, la Biblia, han ayudado a los de corazón sincero y honrado a librarse del control de espíritus inicuos. (Efe. 6:10-18) Siendo guiados por la Palabra de Dios, que ni deja de tomar en cuenta el ocultismo ni permite su práctica, pueden decir como dijo el apóstol Pablo: “No nos engañará Satanás con sus tretas... conocemos bastante bien cuáles son sus intenciones.”—2 Cor. 2:11, Je B.

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