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Wednesday, March 9, 2011

¿Para qué estamos aquí?


 
POR QUÉ IMPORTA LA RESPUESTA. Pocas cosas descorazonan tanto al hombre como la idea de que la vida no tiene ningún sentido, ningún propósito. Por otra parte, alguien con una meta definida en la vida afronta mejor las dificultades. El neurólogo Viktor E. Frankl, sobreviviente del Holocausto nazi, escribió: “Me atrevería a decir que no hay nada en el mundo capaz de ayudarnos a sobrevivir, aun en las peores condiciones, como el hecho de saber que la vida tiene un sentido”.
 
Sin embargo, a este respecto hay opiniones muy diversas. Muchas personas piensan que cada quien debe determinar por sí mismo cuál es el propósito de nuestra existencia. Por otro lado, algunos evolucionistas enseñan que no hay que buscarle un sentido último a la vida.
 
Lo cierto es que el modo más lógico de descubrir cuál es el sentido de la vida es preguntándoselo al Dador de la vida, Jehová Dios. Examinemos lo que su Palabra nos dice al respecto.
 
¿Qué dice la Biblia?

La Biblia enseña que Dios creó al hombre y a la mujer con un propósito definido. Veamos el mandato que Jehová les dio a nuestros primeros padres.
 
Génesis 1:28: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”.
 
Por lo tanto, el propósito de Dios era que Adán y Eva, así como sus hijos, convirtieran la Tierra en un paraíso. No quería que los seres humanos envejecieran y murieran, ni que dañaran el medio ambiente. Sin embargo, debido a la pésima elección que hicieron nuestros primeros padres, nosotros hemos heredado el pecado y la muerte (Génesis 3:2-6; Romanos 5:12). Aun así, el propósito de Jehová no ha cambiado. 

Pronto, la Tierra será un paraíso (Isaías 55:10, 11).
 
Jehová nos creó con las capacidades físicas e intelectuales necesarias para efectuar su propósito. No estamos hechos para vivir al margen de nuestro Creador. Observe en las siguientes citas bíblicas cuál es el propósito de Dios para nosotros.
 
Eclesiastés 12:13: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre”.
 
Miqueas 6:8: “¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?”.
 
Mateo 22:37-39: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a él, es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’”.
 
Por qué produce verdadera paz interior la respuesta que da la Biblia

Para que cualquier máquina compleja funcione bien, debe utilizarse para el fin que el fabricante la ideó y de la manera que él especifica. Así mismo, si no queremos salir perjudicados —ya sea espiritual, mental, emocional o físicamente—, tenemos que vivir del modo que nuestro Creador determinó. Veamos cómo el conocimiento del propósito de Dios nos puede proporcionar paz interior en las siguientes circunstancias de la vida.
 
Al fijar prioridades, muchas personas piensan que lo más importante es enriquecerse. Sin embargo, la Biblia advierte: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales” (1 Timoteo 6:9, 10).
 
En cambio, quienes cultivan amor por Dios y no por el dinero descubren el secreto de sentirse satisfechos con lo que tienen (1 Timoteo 6:7, 8). Por supuesto, reconocen la importancia de trabajar arduamente y saben que deben cubrir sus propias necesidades físicas (Efesios 4:28). No obstante, también prestan atención a la advertencia de Jesús: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro. No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas” (Mateo 6:24).
 
Por lo tanto, en vez de convertir el trabajo o las riquezas en su máxima prioridad, quienes aman a Dios ponen la voluntad divina en primer lugar. Saben que si su vida gira en torno a obedecer a Jehová, él los cuidará. Y, de hecho, Dios se siente responsable de su bienestar (Mateo 6:25-33).
 
Al tratar con los demás, muchas personas piensan primero en sí mismas. En el mundo de hoy no hay paz, y esto se debe en gran parte a que muchos se han hecho “amadores de sí mismos” y no tienen “cariño natural” (2 Timoteo 3:2, 3). Cuando alguien los decepciona o discrepa de sus opiniones, dan rienda suelta a su “cólera e ira y gritería y habla injuriosa” (Efesios 4:31). Por supuesto, tal falta de autodominio no les da paz interior, sino que solo “suscita contienda” (Proverbios 15:18).
 
Por el contrario, aquellos que obedecen el mandato divino de amar al prójimo como a sí mismos son “bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y [se perdonan] liberalmente” (Efesios 4:32; Colosenses 3:13). Hasta cuando los demás no los tratan con bondad, intentan por todos los medios imitar a 

Jesús, quien al sufrir injurias “no se puso a injuriar en cambio” (1 Pedro 2:23). Al igual que él, comprenden que la verdadera felicidad proviene de servir a los demás, incluso a quienes no agradecen lo que se hace por ellos (Mateo 20:25-28; Juan 13:14, 15; Hechos 20:35). Jehová Dios otorga su espíritu a quienes imitan a su 

Hijo, y dicho espíritu produce en sus vidas una sensación de verdadera paz (Gálatas 5:22).
Ahora bien, ¿de qué modo puede su visión del futuro aportarle paz interior?

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