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Friday, July 8, 2011

El temor a Dios y el temor al hombre


 

El temor a Dios es un sentimiento natural que nos llena de la misma seguridad que da a sus hijos el padre que les inspira profundo respeto. Ese temor también ayuda a vencer el temor al hombre, un temor desagradable, contraproducente, que es un lazo. (Proverbios 29:25.) Uno que no aprendió esta lección fue Uriya, el hijo de Semaya, quien predicó en Jerusalén junto con Jeremías antes de 607 a.E.C. A diferencia de Jeremías, Uriya permitió que el temor al rey fuera un lazo para él. Dejó de predicar y huyó de su asignación. Con el tiempo, el rey lo prendió y lo mandó matar. (Jeremías 26:20-23.) ¿Cómo pudiera haber evitado aquella lamentable calamidad Uriya? Desarrollando un temor a Jehová más fuerte que su temor al hombre.
 

Jesús, después de su resurrección y ascensión al cielo, aconsejó a sus seguidores: ‘No teman las cosas que están para sufrir’. (Revelación 2:10.) La historia revela lo necesario que es ese consejo, pues desde las arenas romanas hasta los campos de concentración nazis los cristianos se han enfrentado a situaciones espantosas. ¿Cómo han vencido el temor que trataron de infundirles sus enemigos? Aplicando estas palabras de Jesús: “No teman a los que matan al cuerpo y después de esto no pueden hacer nada más. Pero yo les indicaré a quién temer: Teman a aquel que después de matar tiene autoridad para echar en el Gehena”. (Lucas 12:4, 5.)
 

En Salmo 19:9 se nos enseña: “El temor de Jehová es puro, subsiste para siempre. Las decisiones judiciales de Jehová son verdaderas; han resultado del todo justas”. Por eso, no hay nada indeseable en el temor a Dios. Es puro, y protege al siervo de Dios y lo hace más fuerte que sus enemigos. Como para Jesús, para el cristiano hay satisfacción en este temor, como la hay en todas las demás bendiciones de Jehová. (Isaías 11:3.)
 

Por lo tanto, es muy apropiado que hoy el ángel inste a toda la humanidad a temer a Dios. Sin el temor piadoso apropiado, pudiéramos ceder a impulsos incorrectos o sucumbir al temor al hombre. Si cultivamos el temor apropiado, este nos ayudará a actuar sabiamente. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría.” (Proverbios 9:10; Salmo 111:10.)

Es verdad que debemos amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas. (Marcos 12:30.) Y también debemos temerle con reverencia, respetarlo, o, como lo expresa el ángel, ‘temer a Dios y darle gloria, porque ha llegado la hora del juicio por él’. (Revelación 14:7.)

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