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Saturday, July 16, 2011

Un camino condenado al fracaso



 

 No obstante, los sistemas políticos bajo la influencia de Satanás tienen el fracaso asegurado. ¿Por qué? Una de las razones es que no se basan en la única sabiduría perfecta que existe: la de Jehová. En efecto, solo él puede indicar cuál es la forma ideal de gobernar (Jer. 8:9; Rom. 16:27). A diferencia del hombre, que suele aprender a fuerza de errores, Dios conoce desde el principio la mejor manera de actuar. Por eso, toda administración que no se ajuste a sus pautas será siempre inferior. Si a esto añadimos el hecho de que Satanás obra con malas intenciones, ¿qué conclusión sacamos? Que la opción promovida por el Diablo —el gobierno del hombre— nació condenada al fracaso.
 

 Por lo general, la persona sensata no se embarca en empresas sin futuro. Pero si se empeña en hacerlo, terminará viéndose obligada a admitir su error. Pues bien, la historia ha demostrado en innumerables ocasiones que es inútil oponerse al Dios todopoderoso (léase Proverbios 21:30). Sin embargo, eso es precisamente lo que hizo Satanás. Cegado por la soberbia, le dio la espalda a Jehová y emprendió una trayectoria que lo hundirá en la catástrofe.
 

 Siglos después de aquella rebelión se escribió un pasaje donde el representante de la dinastía babilónica reflejó el mismo orgullo del Diablo al decir: “A los cielos subiré. Por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono, y me sentaré sobre la montaña de reunión, en las partes más remotas del norte. Subiré por encima de los lugares altos de las nubes; me haré parecer al Altísimo” (Isa. 14:13-15). Pero su absurdo plan fracasó, y aquella dinastía tuvo un fin deshonroso. De igual modo, Satanás y su mundo están a punto de sufrir una aplastante derrota.

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