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Monday, September 19, 2011

Las excusas: ¿cómo las ve Jehová?


 

“LA MUJER que me diste para que estuviera conmigo, ella me dio fruto del árbol y así es que comí”, dijo el hombre. Ante tal acusación, la mujer respondió: “La serpiente... ella me engañó, y así es que comí”. Estas excusas que Adán y Eva presentaron a Dios marcaron el inicio de una práctica que ha plagado desde entonces a la humanidad (Gén. 3:12, 13).
 

El castigo que Jehová impuso a nuestros primeros padres por haberle desobedecido deliberadamente demuestra que no vio con buenos ojos aquellas justificaciones (Gén. 3:16-19). ¿Debemos concluir, por lo tanto, que él no acepta ninguna excusa? ¿O considera que algunas son válidas? Y si así fuera, ¿cómo saber cuáles acepta y cuáles no? Para averiguar la respuesta, primero tenemos que entender qué son las excusas.
 

Las excusas se definen como las razones que se presentan por haber hecho o dejado de hacer algo, o para evitar realizar cierta cosa. En algunos casos son explicaciones válidas que se dan con el propósito de pedir perdón por cierta falta cometida. Sin embargo, tal como lo ilustra el caso de Adán y Eva, también puede tratarse de simples pretextos que ocultan la verdadera motivación. Debido a que la mayoría de las excusas suelen ser de este tipo, no es raro que se las mire con desconfianza.
 

En vista de lo anterior, los cristianos deben tener cuidado al poner excusas, en especial cuando se trata de su servicio a Dios, pues corren el riesgo de estar “engañándose a sí mismos con razonamiento falso” (Sant. 1:22). Por ello, repasemos algunos principios y ejemplos bíblicos que nos permitirán “[asegurarnos] de lo que es acepto al Señor” (Efe. 5:10).




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