Pages

Wednesday, October 19, 2011

Comenzó la era de las turbulencias


 

  En 2007 se publicó el libro La era de las turbulencias. Aventuras en un nuevo mundo. Su autor, Alan Greenspan, fue durante casi veinte años presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, el organismo que supervisa todo el sistema bancario central de esa nación. En su libro, el señor Greenspan destaca el agudo contraste entre la situación mundial anterior a 1914 y lo que ocurrió después:
  “Según todas las crónicas de la época, el mundo anterior a 1914 parecía avanzar de forma irreversible hacia niveles superiores de civismo y civilización; la sociedad humana se antojaba perfectible. El siglo XIX había traído el fin de la espantosa trata de esclavos. La violencia deshumanizadora parecía en declive. [...] El ritmo de invención global había progresado a lo largo del siglo XIX y traído los ferrocarriles, el teléfono, la luz eléctrica, el cine, el coche a motor y electrodomésticos demasiado numerosos para enumerarlos. La ciencia médica, las mejoras en la nutrición y la distribución masiva de agua potable habían elevado la esperanza de vida [...]. La sensación de que ese progreso era irreversible era universal.”
 

  Pero entonces pasa a decir: “La Primera Guerra Mundial fue más devastadora para el civismo y la civilización que la físicamente mucho más destructiva Segunda Guerra Mundial: el primer conflicto destruyó una idea. No puedo dejar de pensar en esos años previos a la Primera Guerra Mundial, cuando el futuro de la humanidad parecía libre de lastres e ilimitado. Hoy en día nuestra perspectiva es drásticamente distinta a la de hace un siglo, pero quizás algo más acorde con la realidad. ¿Harán el terrorismo, el calentamiento global o el populismo resurgente lo mismo con la vida de la globalización de la época actual que la Primera Guerra Mundial hizo con la anterior? Nadie puede estar seguro de la respuesta”.
 

  En la misma obra, el señor Greenspan recordó unas palabras del profesor de Economía Benjamin M. Anderson (1886-1949) que había leído en sus años de estudiante: “Quienes poseen un recuerdo adulto y una comprensión adulta del mundo que precedió a la Primera Guerra Mundial lo rememoran con una gran nostalgia. Existía una sensación de seguridad que desde entonces no se ha repetido”. (Economics and the Public Welfare [La Economía y el bienestar público]).
 

  G. J. Meyer llega a una conclusión similar: “Cuando nos referimos a sucesos históricos, solemos decir que ‘lo cambiaron todo’. Pero, por una vez, eso se puede decir con absoluta certeza de la Gran Guerra [1914-1918]. La guerra realmente lo cambió todo: no solo las fronteras, no solo los gobiernos y el destino de los pueblos, sino también la forma en que vemos el mundo y nos vemos a nosotros mismos. Se convirtió en una especie de agujero en el tiempo que dejó al mundo de la posguerra desconectado para siempre de todo lo que había sucedido antes” (A World Undone [Un mundo desgarrado], publicado en 2006).

No comments:

Post a Comment