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Saturday, October 8, 2011

“Primero haz las paces con tu hermano”


 

 Dos aspectos del fruto del espíritu de Dios son el gozo y la paz (Gál. 5:22, 23). Y como los cristianos tenemos dicho espíritu, somos felices y pacíficos. Jesús no quería que sus discípulos dejaran de serlo, así que les habló de las terribles consecuencias de la ira prolongada (léase Mateo 5:21, 22). Entonces declaró: “Por eso, si estás llevando tu dádiva al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu dádiva allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dádiva” (Mat. 5:23, 24).
 

 La “dádiva” de la que Jesús habló podía ser cualquier ofrenda que se presentara en el templo de Jerusalén, como los sacrificios de animales. Estas ofrendas eran importantes, pues formaban parte de la adoración que el pueblo de Israel le rendía a Jehová. Sin embargo, Jesús destacó algo de mayor importancia aún: si un hermano está ofendido con uno, hay que hacer las paces con él antes de ofrecer cualquier dádiva a Dios.
 

 ¿Qué lección encierran las palabras de Jesús? Que la forma en que tratamos a los demás repercute directamente en nuestra relación con Jehová (1 Juan 4:20). Por eso, las ofrendas que se hacían a Dios en tiempos antiguos no servían de nada si el que las hacía trataba mal a su prójimo (léase Miqueas 6:6-8).






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