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Saturday, December 24, 2011

Las serpientes en los ritos religiosos ayer y hoy



 

EL CULTO a las serpientes se remonta a civilizaciones muy antiguas. Por ejemplo, los egipcios y los primeros habitantes de la isla de Creta —los minoicos— ya las adoraban. En el pueblo de Israel, muchos llegaron a hacer sacrificios a una serpiente de cobre. Otros israelitas incluso ofrecieron incienso a imágenes de “cosas que se arrastran” (Ezequiel 8:10-12; 2 Reyes 18:4).
 

Varios pueblos ancestrales de México estaban inmersos en la adoración a dioses-serpiente. La divinidad más importante de los mayas, Itzamná, guardaba relación con las serpientes. Quetzalcóatl, la “serpiente emplumada”, era el dios tolteca de la sabiduría, la cultura y la filosofía. Los aztecas también lo consideraban el dios de la sabiduría e incluso lo veneraban como el creador de la humanidad. Respecto a sus funciones y atributos, la revista Arqueología Mexicana señala: “La serpiente emplumada acumuló múltiples significados, tantos como quizá ninguna otra divinidad los tuvo”.
 

Durante siglos, los habitantes de Mesoamérica adoraron a la serpiente emplumada. Ciertos grupos étnicos de México, como los coras y los huicholes, todavía le rinden culto. En algunas de sus fiestas realizan danzas en las que los participantes, engalanados con plumas, imitan los movimientos de la serpiente. Otro pueblo indígena, los quichés, celebran un rito de la fertilidad en el que ejecutan danzas con serpientes vivas. Los chortíes, indígenas mayas de Guatemala, también veneran a una serpiente emplumada que identifican con ciertos “santos” católicos.
 

En vista de lo anterior, quizá algunos se pregunten: “¿Qué piensa al respecto el Creador del ser humano y los animales, entre ellos las serpientes?”.
 

Lo que Dios piensa sobre el culto a las serpientes

A la antigua nación de Israel, Jehová Dios le dio este mandato: “No debes hacerte una imagen tallada ni una forma parecida a cosa alguna que esté en los cielos arriba o que esté en la tierra debajo o que esté en las aguas debajo de la tierra. No debes inclinarte ante ellas ni ser inducido a servirlas” (Éxodo 20:4, 5).
 

De modo que Dios le prohibió a su pueblo adorar imágenes de animales, como las serpientes. Está claro, entonces, que si queremos contar con la aprobación divina, hemos de huir del culto a las serpientes. Pero ¿por qué condena Dios este tipo de veneración? Simple y sencillamente, porque es él quien da la vida tanto a seres humanos como a serpientes y a cualquier otra criatura. Por eso, nuestra adoración se la debemos a él, no a las cosas que ha creado.
 

Ilustrémoslo. Un arquitecto construye varias casas para donárselas a algunas familias. Imagínese que los ocupantes glorificaran las casas y les dieran las gracias a ellas en vez de al generoso arquitecto. ¿Verdad que sería absurdo? Seguramente él se ofendería. De igual modo, a Dios le ofende que la gente adore a los animales en vez de a él, que es el Creador.
 

En conclusión, si deseamos obtener el favor de Dios, debemos hacer caso de la advertencia del apóstol Juan: “Hijitos, guárdense de los ídolos” (1 Juan 5:21).




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