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Wednesday, January 18, 2012

Rechacemos las “cosas que nada valen”


 

“El que sigue tras cosas que nada valen es falto de corazón.” (PRO. 12:11.)
 

TODOS los cristianos poseemos cosas valiosas de un tipo u otro, como, por ejemplo, salud y energías, aptitudes innatas o recursos económicos. Puesto que amamos a Jehová, nos alegra emplear estas cosas para servirle. Y de este modo respondemos a la invitación: “Honra a Jehová con tus cosas valiosas” (Pro. 3:9).
 

 Por otro lado, la Biblia habla de las cosas que nada valen y nos aconseja que no desperdiciemos nuestros recursos tratando de obtenerlas. Así, en Proverbios 12:11 leemos: “El que cultiva su terreno quedará satisfecho él mismo con pan, pero el que sigue tras cosas que nada valen es falto de corazón”. No es difícil entender a qué se refiere este versículo: si un hombre trabaja duro para mantener a su familia, es muy probable que alcance cierto grado de seguridad económica (1 Tim. 5:8). En cambio, si desperdicia sus recursos intentando conseguir cosas que nada valen, está dando prueba de que es “falto de corazón”, es decir, de que carece de buen juicio y buenos motivos. Lo más seguro es que tal hombre termine en la pobreza.
 

 Traslademos ahora el principio de este proverbio al campo de la adoración. Si un cristiano sirve con fidelidad y diligencia a Jehová, goza de verdadera seguridad, pues cuenta con la bendición divina y con una esperanza sólida para el futuro (Mat. 6:33; 1 Tim. 4:10). Pero si deja que las cosas que nada valen lo distraigan, pone en peligro su relación con Jehová y su futuro eterno. ¿Cómo puede evitarlo? Identificando esas cosas sin valor y resolviéndose a rechazarlas (léase Tito 2:11, 12).
 

 ¿Cuáles son, entonces, las cosas que nada valen? En un sentido amplio, cualquier cosa que nos distraiga y haga que dejemos de servir a Jehová con toda el alma. Podría tratarse, por ejemplo, de las diversiones. Claro, todos necesitamos divertirnos de vez en cuando. 

Lo que sucede es que si pasamos demasiado tiempo haciendo cosas divertidas, seguramente terminaremos sacrificando las actividades espirituales. En tal caso, el esparcimiento se convertiría en una cosa que nada vale y perjudicaría nuestra salud espiritual (Ecl. 2:24; 4:6). 

Para evitar que eso nos ocurra, tenemos que ser equilibrados y no desperdiciar nuestro valioso tiempo (léase Colosenses 4:5). Ahora bien, hay otras cosas inútiles que son mucho más peligrosas que la diversión excesiva. Entre ellas están los dioses falsos.




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