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Wednesday, January 18, 2012

Rechacemos a los dioses que nada valen


 

 Cabe destacar que la expresión “que nada valen” califica a los dioses falsos en la mayoría de los versículos bíblicos en los que aparece. Veamos algunos casos. Jehová les dijo a los israelitas: “No deben hacerse dioses que nada valen, y no deben erigirse una imagen tallada ni una columna sagrada, y no deben colocar una piedra como obra de exhibición en su tierra para inclinarse hacia ella” (Lev. 26:1). Y el rey David escribió: “Jehová es grande y ha de ser alabado en gran manera, y se le ha de temer más que a todos los demás dioses. Porque todos los dioses de los pueblos son dioses que nada valen. En cuanto a Jehová, él hizo los cielos” (1 Cró. 16:25, 26).
 

 A nuestro alrededor abundan las pruebas de la grandeza de Jehová, tal como indicó David (Sal. 139:14; 148:1-10). ¡Qué honor fue para los israelitas que el Creador hiciera un pacto con ellos! ¡Y qué insensatos fueron al alejarse de él e inclinarse ante imágenes talladas y columnas sagradas! En tiempos de crisis quedó demostrado que sus dioses falsos eran completamente inútiles. Si estos ni siquiera pudieron salvarse a sí mismos, ¿cómo iban a salvar a sus adoradores? (Jue. 10:14, 15; Isa. 46:5-7.)
 

 Hoy día, en muchos países la gente aún se inclina ante imágenes hechas por el hombre, pero estos dioses son tan inútiles ahora como lo fueron en el pasado (1 Juan 5:21). Ahora bien, la Biblia habla asimismo de otro tipo de dioses. Recordemos estas palabras de Jesús: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro. No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas” (Mat. 6:24).
 

 ¿Cómo podrían convertirse las riquezas en un dios? Pongamos una comparación. Pensemos en una piedra de buen tamaño que alguien encuentra en un campo del antiguo Israel. Esa piedra podría ser útil en la construcción de una pared o de una casa. Pero si se usara como “columna sagrada” o como “obra de exhibición” con fines idolátricos, se convertiría en un tropiezo para el pueblo de Jehová (Lev. 26:1).

De igual modo, el dinero es útil hoy día. Lo necesitamos para subsistir y, además, podemos darle un buen uso en el servicio a Jehová (Ecl. 7:12; Luc. 16:9). Pero si lo ponemos por encima de las actividades cristianas, podría convertirse en nuestro dios (léase 1 Timoteo 6:9, 10). En el mundo actual, la búsqueda de riquezas ocupa un lugar primordial en la vida de la gente. Por eso debemos esforzarnos por ver el dinero de manera equilibrada (1 Tim. 6:17-19).
 

 La educación académica es otro ejemplo de algo útil que puede convertirse en una de las cosas que nada valen. Todos queremos que nuestros hijos reciban una buena educación para que puedan abrirse paso en la vida. Y más importante aún es que con tal educación estarán mejor preparados para leer y comprender las Escrituras, llegar a conclusiones lógicas, resolver problemas y enseñar las verdades bíblicas de una manera clara y convincente. Obtener una buena educación exige tiempo, pero es tiempo bien invertido.
 

 ¿Y qué se puede decir de la educación superior que se imparte en las universidades? Mucha gente cree que es imprescindible para alcanzar el éxito. No obstante, un buen número de jóvenes que estudian en la universidad terminan con la mente llena de ideas nocivas. Además, en el caso de los cristianos, se desperdician años valiosos de la juventud que podrían emplearse mejor sirviendo a Jehová (Ecl. 12:1). No parece coincidencia que en los países en los que es común que la gente curse estudios superiores se crea cada vez menos en Dios. Por eso, en vez de buscar seguridad en los sistemas de educación avanzada de este mundo, los cristianos depositamos nuestra confianza en Jehová (Pro. 3:5).




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