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Sunday, January 15, 2012

Se necesita prudencia y equilibrio



 

Muchas personas han oído el dicho: La curiosidad mató al gato. Y es que la curiosidad excesiva puede ser peligrosa. Por ejemplo, un niño pudiera tocar una estufa encendida, con graves consecuencias. Claro, no puede negarse que ser inquisitivos puede impulsarnos a aumentar nuestro conocimiento y a llegar al fondo de las cosas. Ahora bien, ¿sería sensato investigar cualquier tema que nos llamara la atención?
 

La verdad es que conocer ciertas cosas puede hacernos daño. Por ejemplo, sentir curiosidad por la pornografía, el ocultismo o las doctrinas de sectas o grupos extremistas puede poner en peligro nuestro bienestar. Así que, en estos y otros asuntos, hacemos bien en imitar al salmista que le rogó a Dios: “Haz que mis ojos pasen adelante para que no vean lo que es inútil” (Salmo 119:37).
 

También hay cierta información que tal vez no sea mala en sí misma, pero que es frívola e inútil. Piense en lo siguiente: ¿De qué sirve conocer los detalles de la vida privada de las estrellas de cine o de otros famosos? ¿Qué sentido tiene memorizar las estadísticas de cada equipo y de cada deportista? ¿Para qué aprenderse las características de los aparatos electrónicos o de los autos más recientes? A la mayoría de las personas, ser un “experto” en estos temas no les sirve de nada.


¿Por qué no ver las Escrituras aquí?

BIBLIA EN LINEA

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