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Wednesday, March 7, 2012

¿Cómo exaltó Jesús la justicia de Dios?


 

“Dios [...] presentó [a Cristo] como ofrenda para propiciación mediante fe en su sangre. Esto fue con el fin de exhibir su propia justicia.” (ROM. 3:25)
 

TODOS conocemos muy bien el relato de la rebelión que tuvo lugar en el jardín de Edén. De hecho, estamos sufriendo las consecuencias de la desobediencia de Adán. “Por medio de un solo hombre —explica la Biblia— el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.” (Rom. 5:12.) Por más que nos empeñamos en hacer bien las cosas, siempre cometemos errores por los que tenemos que pedir perdón a Dios. Hasta el apóstol Pablo se lamentó: “Lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico. [...] ¡Hombre desdichado que soy!” (Rom. 7:19, 24).
 

 Al analizar este tema, surgen varias preguntas importantes. ¿Cómo fue posible que Jesús de Nazaret naciera perfecto si todos los seres humanos son pecadores? ¿Por qué se bautizó? ¿Cómo exaltó con su vida la justicia de Jehová? Y más importante aún: ¿qué logró con su muerte?
 

Se pone en duda la justicia de Dios 

 Nuestros primeros padres cometieron la insensatez de rechazar el gobierno de Dios y elegir el de “la serpiente original, el que es llamado Diablo y Satanás” (Rev. 12:9). ¿Qué sucedió exactamente? Para empezar, Satanás cuestionó que Jehová fuera un Rey justo al preguntarle a Eva si era cierto que les había prohibido comer “de todo árbol del jardín”. Ella repitió la clara orden que habían recibido. Le dijo que era solo un árbol el que no podían tocar, y que si lo hacían, perderían la vida. Pero Satanás afirmó tajantemente: “No morirán”, acusando así a Jehová de mentiroso. Con engaños, la convenció de que el Creador le estaba negando algo bueno. Le aseguró que si comía de aquel fruto, llegaría a ser como Dios y podría tener la libertad de decidir por ella misma lo que estaba bien y lo que estaba mal (Gén. 3:1-5).
 

 En esencia, el Diablo dio a entender que los hombres serían más felices si se independizaban de Jehová. Adán debió haber defendido la justicia del gobierno divino, pero en vez de eso, escuchó a su esposa y comió también del fruto prohibido. Así perdió su relación perfecta con Dios y nos sometió a todos al cruel yugo del pecado y la muerte. La humanidad entera quedó bajo la dominación de un rey rival, “el dios de este mundo”, Satanás (2 Cor. 4:4, Biblia de Jerusalén; Rom. 7:14).
 

 Jehová cumple infaliblemente su palabra. Por esta razón condenó a muerte a Adán y Eva (Gén. 3:16-19). Pero eso no significó, ni mucho menos, que su propósito hubiera fracasado. La sentencia contra la primera pareja humana contenía un rayo de esperanza para sus futuros hijos. Jehová dio a conocer que había decidido levantar una “descendencia” y que, aunque Satanás lograría herirla en el talón, esta se recuperaría y terminaría magullándolo en la cabeza (Gén. 3:15). La Biblia arroja luz sobre este tema al decir lo siguiente sobre Jesucristo: “Con este propósito el Hijo de Dios fue manifestado, a saber, para desbaratar las obras del Diablo” (1 Juan 3:8). Ahora bien, ¿cómo contribuiría la vida y muerte de Jesús a engrandecer la justicia de Jehová


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