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Tuesday, April 24, 2012

¿Creó Dios al Diablo?



 

▪ Algunas personas piensan que, como Dios “creó todas las cosas”, también tuvo que crear al Diablo (Efesios 3:9; Revelación [Apocalipsis] 4:11). Sin embargo, la Biblia explica con claridad que eso no es cierto.
 

Jehová no creó al Diablo —el mayor enemigo de Dios—, sino a un ángel perfecto que se convirtió en el Diablo. Las Escrituras muestran que Jehová nunca crearía un ser malvado. Por ejemplo, en Deuteronomio 32:3-5 leemos: “Perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él”. Por otra parte, las palabras de Jesús registradas en Juan 8:44 muestran que el Diablo “no permaneció firme en la verdad”. De todo esto podemos concluir que, en algún momento, debió de ser bueno y justo.
 

Jehová concedió a todas las criaturas inteligentes libertad para elegir entre lo correcto y lo incorrecto, por lo que aquel ángel también tenía esa posibilidad. Por eso, cuando decidió desobedecer a Dios y convenció a la primera pareja humana de que se le uniera, fue él mismo quien se convirtió en Satanás, nombre que significa “Opositor” (Génesis 3:1-5).
 

Por otro lado, la Biblia explica que este malvado individuo utilizó con astucia varias mentiras para engañar a Eva. Valiéndose de una serpiente, hizo que la mujer desobedeciera la ley que el Creador había establecido con total claridad. Fue así como Satanás se convirtió también en el Diablo, que significa “Calumniador”, y por eso Jesús lo llamó “el padre de la mentira” (Juan 8:44).
 

Ahora bien, si era un ser espiritual perfecto, sin debilidades ni malas influencias, ¿cómo desarrolló una actitud tan perversa? Al parecer, Satanás ansiaba recibir la adoración que solo pertenece a Dios, y vio la oportunidad de ser él quien gobernara a los seres humanos, en lugar de Jehová. En vez de rechazar la idea, Satanás siguió alimentándola y permitió que se arraigara en su corazón hasta que terminó llevándola a cabo. El libro bíblico de Santiago describe así este proceso: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado” (Santiago 1:14, 15; 1 Timoteo 3:6).
 

Para entenderlo, podríamos compararlo a un hombre que trabaja como contador y al que se le presenta la oportunidad de robar a la empresa manipulando los registros contables. Tiene que tomar una decisión: o rechaza rápidamente el pensamiento, o sigue dándole vueltas al asunto. Si elige lo segundo, la idea empezará a parecerle buena y es muy probable que al final cometa el delito. Además, posiblemente recurra a la mentira para ocultarlo. Así, él mismo se habrá convertido en un mentiroso y un ladrón. Algo parecido ocurrió con el ángel que Jehová creó. Él usó su libertad de elección para cultivar malos deseos y llevarlos a cabo, rebelándose contra su Padre y engañando a otros. Por tanto, fue él quien se convirtió a sí mismo en Satanás, el Diablo.
 

Afortunadamente, Dios ha fijado un día para destruir a su enemigo (Romanos 16:20). Mientras tanto, Jehová informa a sus siervos sobre las verdaderas intenciones de Satanás y los protege de sus maquinaciones (2 Corintios 2:11; Efesios 6:11). Así pues, es vital que nos esforcemos por seguir este consejo bíblico: “Opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes” (Santiago 4:7).




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