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Tuesday, August 14, 2012

¿Importa realmente quiénes sean nuestros amigos?


 

COLOQUE una barra de oro junto a una de plata. Oprímalas una contra la otra y déjelas así por varios meses. Luego separe las barras. ¿Qué verá? Pues, ¡usted descubrirá que hay algún oro en la barra de plata y que hay alguna plata en la barra de oro! ¿Qué ha sucedido?
 

El contacto estrecho ha desempeñado su papel. “Partículas de oro y de plata han emigrado de un lado al otro de la frontera,” dice Selig Hecht en la publicación Explaining the Atom (Explicando el átomo).
 

Esto sirve bien para ilustrar un principio bíblico. Las personas con las cuales uno se asocia afectan a uno. Tal como se podría ver la plata en la barra de oro y el oro en la barra de plata después de haber estado estos metales en contacto por algún tiempo, así los amigos de uno tienen efecto en uno.
 

Declaró el apóstol cristiano Pablo: “No se extravíen. Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles.” (1 Cor. 15:33) Pablo estaba considerando la esperanza de la resurrección. Como la prueba más fuerte de que Dios puede levantar a los muertos de nuevo a la vida, el apóstol citó la resurrección de Jesucristo. (1 Cor. 15:12-32) Pero algunos estaban negando esta doctrina. Por lo tanto, el apóstol hizo notar que “las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles” y entonces instó: “Despierten de manera justa al estado sobrio y no practiquen el pecado, porque algunos no tienen conocimiento de Dios. Hablo para hacerles sentir vergüenza.” (1 Cor. 15:34) Era necesario que aquellos a quienes Pablo escribía su carta inspirada por Dios despertaran del estupor de la doctrina incorrecta, la cual estaba extraviando a algunos y estaba causando enfermedad y muerte espirituales. ¿Y por qué estaba sucediendo esto? Porque algunos se estaban asociando con los que promulgaban la doctrina falsa.
 

Se ve claramente, pues, que realmente importa quiénes sean nuestros amigos. La gente que uno escoja como amigos pueden perjudicarlo a uno en sentido espiritual. Sin embargo, esto también resulta cierto en otros asuntos.
 

Dijo el sabio Salomón: “No tengas compañerismo con nadie dado a la cólera; y con el hombre que tiene arrebatos de furia no debes entrar.” ¿Por qué? “Para que no te familiarices con sus sendas y ciertamente tomes un lazo para tu alma.” (Pro. 22:24, 25) El compañerismo con una persona dada a arrebatos de furia puede hacer que uno llegue a ser exactamente como esa persona. Esto resulta en un lazo, pues lleva a uno a envolverse en argumentos, pecado y varias consecuencias desfavorables.
 

Se ve, pues, que los amigos de uno pueden afectarlo en más de una manera. No solo pueden tener mal efecto en uno espiritualmente; también pueden inducirlo a manifestar rasgos de personalidad muy indeseables. Ambas cosas pueden arruinar la vida del cristiano.


¿Por qué no ver las Escrituras aquí?

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