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Sunday, December 9, 2012

¿Tenemos un ojo sencillo?



 

 “La lámpara del cuerpo es el ojo”, dijo Jesús. Y añadió: “Por eso, si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará brillante” (Mateo 6:22). El ojo sencillo se centra en un solo objetivo y no se distrae de él. De hecho, nuestro ojo debería estar enfocado en “busca[r] primero el reino y la justicia de Dios” (Mateo 6:33). ¿Qué puede ocurrirle al corazón figurativo si no mantenemos el ojo sencillo?
 

 Analicemos el asunto de ganarse la vida. Sostener a la familia es un deber cristiano (1 Timoteo 5:8). Pero ¿qué sucedería si quisiéramos tener lo último, lo mejor y lo más codiciado en materia de alimento, ropa, vivienda, etc.? ¿No nos esclavizaría eso el corazón y la mente, y nos haría irresolutos en nuestra adoración a Dios? (Salmo 119:113; Romanos 16:18.) ¿Por qué concentrarnos tanto en atender las necesidades físicas, que la vida solo gire en torno a la familia, los negocios y las cosas materiales? Recordemos el consejo inspirado: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo. Porque vendrá sobre todos los que moran sobre la haz de toda la tierra” (Lucas 21:34, 35).
 

 Dado que el ojo es un importante canal de comunicación para la mente y el corazón, lo que mire influirá mucho en nuestros pensamientos, emociones y actos. Jesús hizo alusión al poder de las tentaciones de atractivo visual cuando dijo en lenguaje figurado: “Ahora bien, si ese ojo derecho tuyo te está haciendo tropezar, arráncalo y échalo de ti. Porque más provechoso te es que uno de tus miembros se pierda y no que todo tu cuerpo sea arrojado en el Gehena” (Mateo 5:29). Debemos impedir que nuestro ojo mire escenas inapropiadas, como, por ejemplo, las destinadas a despertar deseos y pasiones ilícitos.
 

 La vista no es, por supuesto, el único sentido que nos aporta información del mundo exterior. Otros, como el tacto y el oído, también lo hacen, así que debemos ser muy precavidos con el uso que les damos. El apóstol Pablo dio esta exhortación: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría” (Colosenses 3:5).
 

 Es posible que se origine en algún rincón de la mente un deseo incorrecto. Si se piensa mucho en él, suele intensificarse e influir en el corazón. “Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado.” (Santiago 1:14, 15.) Muchas personas admiten que así es como se llega a la masturbación. Es de suma importancia, pues, que sigamos llenando nuestra mente con asuntos espirituales (Filipenses 4:8). Y si nos asalta algún mal pensamiento, procuremos desecharlo.

¿Por qué no ver las Escrituras aquí?

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