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Monday, January 25, 2010

“Dios no es parcial”


“Dios no es parcial”

La predicación se extiende a los incircuncisos
Basado en Hechos 10:1–11:30

CORRE el año 36. Pedro siente el cálido sol de otoño mientras ora en una azotea, cerca del mar, en la ciudad costera de Jope. Lleva varios días hospedado en esa casa, lo cual indica que, hasta cierto punto, no es de los que se dejan dominar por los prejuicios. ¿Por qué decimos eso? Porque es el hogar de un tal Simón, que trabaja de curtidor, motivo por el que más de un judío jamás se alojaría con él. No obstante, Pedro aún debe aprender una lección esencial sobre la imparcialidad de Jehová.

Mientras está orando, cae en éxtasis, o trance, y recibe una visión perturbadora para cualquier judío: ve descender del cielo una especie de sábana que contiene animales impuros según la Ley. Para colmo, se le pide que los degüelle y consuma su carne, a lo que el apóstol protesta: “Jamás he comido cosa alguna contaminada e inmunda”. Ante su reiterada negativa, se le repite tres veces: “Deja tú de llamar contaminadas las cosas que Dios ha limpiado” (Hech. 10:14-16). Aquello lo desconcierta, pero no por mucho tiempo.

¿Qué significa esta visión? Para saberlo, debemos repasarla junto con los emocionantes sucesos del contexto. Es importante que la entendamos bien, dado que manifiesta una profunda verdad acerca de la actitud de Jehová hacia la gente, y si queremos dar testimonio cabal del Reino, es indispensable que compartamos esa actitud.

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