“ESTO ES LO QUE EL AMOR DE DIOS SIGNIFICA”
Al hablar en este versículo del “amor de Dios”, ¿a qué se refería el apóstol Juan? No al amor que Dios siente por nosotros, sino al que nosotros sentimos por él. Seguramente, usted recuerda el tiempo en que empezó a crecer ese amor en su corazón.
Deténgase un momento a pensar en aquellos días. Al aprender la verdad acerca de Jehová y sus propósitos, fue creciendo su fe en él. También llegó a entender que usted —como todos— había nacido pecador y que, por esa razón, estaba alejado de Dios; aun así, él le ofrecía mediante Cristo una maravillosa oportunidad: vivir para siempre disfrutando de la perfección que Adán había perdido (Mateo 20:28; Romanos 5:12, 18). Además, fue comprendiendo el gran sacrificio que había hecho Jehová al enviar a su Hijo más querido a morir por usted. Tanto le conmovió esa demostración de amor, que no pudo menos que sentir amor por Jehová (1 Juan 4:9, 10).
Pero esos sentimientos no eran todavía verdadero amor. ¿Por qué decimos esto? Porque el amor va más allá de los sentimientos y las palabras. Amar a Dios es mucho más que decir: “Yo amo a Jehová”. Al igual que la fe, el amor verdadero se demuestra con obras (Santiago 2:26). Sin duda, cuando amamos a alguien, queremos hacer las cosas que le agradan. Y eso fue lo que ocurrió en su caso. Cuando el amor por su Padre celestial echó raíces en su corazón, quiso vivir de la forma que a él le agrada. Quizás hasta se bautizó como testigo de Jehová. Si así lo hizo, está claro que sentía profundo cariño y devoción por Dios, y que por ese motivo tomó la decisión más importante de todas: prometerle a Dios que dedicaría el resto de la vida a hacer su voluntad, y luego simbolizar esa dedicación bautizándose (Romanos 14:7, 8). Pero, como veremos a continuación, para cumplir esa promesa tan importante hay que hacer lo que señala el apóstol Juan.
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