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Thursday, May 6, 2010

Luc. 21:34 Luke 21:34

Jueves 6 de mayo
Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida (Luc. 21:34).
¿Cómo podemos averiguar si el venenoso espíritu del mundo nos está afectando y ya no nos damos cuenta de que estamos excediéndonos en la comida y la bebida? Preguntémonos: “¿Cuál es mi reacción cuando leo en la Biblia o en nuestras publicaciones consejos sobre la glotonería? ¿Tiendo a desecharlos porque me parecen irrelevantes o exagerados? ¿Excuso o justifico mis acciones? ¿Qué pienso del consejo de consumir alcohol con moderación —si acaso uno lo consume— y de evitar por completo las borracheras? ¿Les resto importancia porque opino que por alguna razón a mí no me conciernen? Si alguien me dice que le preocupa mi consumo de alcohol, ¿me pongo a la defensiva o hasta me enfado? ¿Intento que quienes me rodean también resten importancia a esos consejos bíblicos?”. Como hemos visto, nuestra actitud es un claro indicativo de si estamos sucumbiendo o no al espíritu del mundo (compárese con Romanos 13:11-14).

Thursday, May 6
Pay attention to yourselves that your hearts never become weighed down with overeating and heavy drinking and anxieties of life.—Luke 21:34.
How can we be sure that the world’s spirit has not poisoned our senses as to the dangers of overeating or heavy drinking? We might ask ourselves: ‘How do I react upon reading counsel in the Bible or in our publications about gluttony? Am I inclined to dismiss this admonition as irrelevant or extreme, perhaps offering excuses or justification for my ways? What is my view of the advice about alcohol, using it—if at all—in moderation and definitely avoiding “drunken bouts”? Do I minimize such advice, feeling that it for some reason does not apply to me? If others express concern about my drinking, do I become defensive or angry? Do I encourage others to downplay such Bible counsel?’ Yes, a person’s attitude is a gauge as to whether he is succumbing to the world’s spirit.—Compare Romans 13:11-14.

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