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Tuesday, June 1, 2010

Sal. 11:4 Ps. 11:4


Martes 1 de junio
[Los ojos de Jehová] contemplan, examinan a los hijos de los hombres (Sal. 11:4).
Los siervos de Jehová nunca estamos completamente solos. Nuestro amoroso Padre celestial siempre está pendiente de nosotros. Imaginemos lo feliz que debe de sentirse cuando ve que resistimos la tentación. No arruinemos nuestra trayectoria de integridad por el vergonzoso acto de ver o leer pornografía. Seamos íntegros y obedezcamos a Dios incluso cuando estamos con personas que no comparten nuestra fe. Pensemos en Daniel y sus tres compañeros, quienes de jóvenes fueron llevados cautivos a Babilonia. Al llegar a aquella ciudad se encontraron entre paganos que prácticamente no sabían nada de Jehová. Cuando los presionaron para que comieran alimentos que la Ley de Dios prohibía, no hubiera sido difícil para ellos encontrar algún pretexto para ser desleales. Después de todo, ni sus padres ni los ancianos ni los sacerdotes de Israel podían verlos. ¿Quién iba a enterarse? Jehová, por supuesto. Así que adoptaron una postura firme y obedecieron a Dios a pesar de la presión y de los riesgos que corrían (Dan. 1:3-9)

Tuesday, June 1
[Jehovah’s] eyes examine the sons of men.—Ps. 11:4.
No servant of Jehovah is ever truly alone. Our Father lovingly watches over us. How pleased Jehovah must be when he sees you resisting temptation! Do not trade your precious integrity for the shameful act of looking at or reading pornography! We can also be integrity keepers by obeying Jehovah when we are among unbelievers. Think of Daniel and his three companions. As youths, they were taken as captives to Babylon. There, surrounded by unbelievers who knew little or nothing of Jehovah, the four Hebrews were put under pressure to eat delicacies that God’s Law forbade. Those boys might easily have rationalized a course of compromise. After all, their parents, the elders, and the priests could not see what the four of them were doing. Who would know? Jehovah himself would. So they took a firm stand and obeyed him despite the pressure and the risk.—Dan. 1:3-9.

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