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Friday, December 31, 2010

OVEJA


OVEJA
Mamífero rumiante característico de la vida pastoril. (Gé 24:35; 26:14.) Al igual que en la actualidad, la variedad predominante en la antigua Palestina puede que haya sido la de prominente cola ancha, que se caracteriza por la grasa que acumula en ella, que llega a pesar unos 4,5 Kg. (Compárese con Éx 29:22; Le 3:9.) Las ovejas por lo general eran de color blanco (Can 6:6), aunque también las había de color moreno oscuro y abigarradas. (Gé 30:32.) En una sociedad de pastores, los hombres muy ricos, como Job, poseían miles de ovejas. (Job 1:3, 16; 42:12.) A veces los israelitas tenían un cordero como animal favorito. (2Sa 12:3; Jer 11:19.)
Las ovejas domésticas se sienten indefensas y temerosas sin pastor. Se pierden y desparraman, y quedan completamente a merced de sus enemigos. (Nú 27:16, 17; Jer 23:4; Eze 34:5, 6, 8; Miq 5:8.) Las ovejas se dejan llevar y siguen fielmente a su pastor. Pueden aprender a reconocer su voz y a responder únicamente a esta. (Jn 10:2-5.) Un pasaje del libro Researches in Greece and the Levant (de J. Hartley, Londres, 1831, págs. 321, 322) lo demuestra:
“Como la noche anterior me había fijado en las palabras de Juan X. 3 [...], le pregunte a mi asistente si en Grecia era común poner nombre a las ovejas. Su respuesta fue afirmativa, y añadió que las ovejas obedecían al pastor cuando las llamaba por nombre. Esta mañana se me presentó la oportunidad de comprobar la veracidad de su comentario. Al pasar junto a un rebaño de ovejas, hice al pastor la misma pregunta que antes había hecho a mi sirviente, y obtuve la misma respuesta. Luego le pedí que llamara a una de sus ovejas. Lo hizo, y al instante la oveja abandonó el prado en el que se hallaba y a sus compañeras y corrió contenta hacia los brazos del pastor, con una presurosa obediencia como jamás había visto en ningún otro animal. También se cumple en este país que al extraño no seguirán, sino huirán de él [...]. El pastor me dijo que muchas de sus ovejas todavía eran salvajes y aún no habían aprendido su nombre, pero que, con el tiempo, todas lo aprenderían.” (Véase PASTOR.)
Entre las zonas donde antiguamente se criaban ovejas estaban: el Négueb (1Sa 15:7, 9); Harán (Gé 29:2-4); la tierra de Madián (Éx 2:16); la región montañosa de Judá, donde estaba situada la ciudad de Carmelo (1Sa 25:2) y la tierra de Uz (Job 1:1, 3), así como Basán y Galaad (Dt 32:14; Miq 7:14).
El ganado ovino proporcionaba numerosos productos a los hebreos y a otros pueblos. Los cuernos de carnero se utilizaban como recipientes y para fabricar trompetas. (Jos 6:4-6, 8, 13; 1Sa 16:1.) A veces, las pieles de oveja servían de vestidura (Heb 11:37), y en la construcción del tabernáculo se utilizaron pieles de carnero teñidas de rojo. (Éx 26:14.) La lana de oveja era probablemente la fibra que más se usaba para hacer ropa. (Job 31:20; Pr 27:26.) Las ovejas eran un importante artículo comercial (Eze 27:21), e incluso se usaban para pagar tributo. (2Re 3:4; 2Cr 17:11.) Tanto la leche como la carne de las ovejas se utilizaban como alimento. (Dt 14:4; 32:14; 2Sa 17:29; Isa 7:21, 22.) Los reyes, gobernadores y otros comían cordero con regularidad. (1Sa 8:17; 1Re 4:22, 23; Ne 5:18; Am 6:4.)
La carne se podía cocer o asar. Para la celebración de la Pascua, se asaba entero un carnero joven o un macho cabrío de un año al que se había quitado la piel y limpiado sus partes interiores. (Éx 12:5, 9.) Cuando se iba a cocer la carne, lo primero que se hacía era desollar el animal y después se le descoyuntaba. A veces, los huesos se quebraban para extraer la médula y a continuación se ponían a cocer junto con la carne en una olla grande. (Eze 24:3-6, 10; Miq 3:1-3.) Cuando la carne estaba bien hecha, se retiraba de la olla, y el caldo que quedaba se servía aparte. (Compárese con Jue 6:19.) Se consideraba una muestra de hospitalidad servir cordero a un invitado. (2Sa 12:4.)
El esquileo se esperaba con gran expectación, pues era semejante a una cosecha. Iba acompañado de banquetes y regocijo. (1Sa 25:2, 11, 36; 2Sa 13:23, 24, 28.)
La ley mosaica prohibía comer grasa de oveja (Le 7:23-25), así como degollar una oveja y su cría el mismo día. (Le 22:28.) También decía lo que debía hacerse con relación a las ovejas perdidas y a su muerte accidental, mutilación o robo. (Éx 22:1, 4, 9-13; Dt 22:1, 2.) El que se bendijera o maldijera a los rebaños y manadas de Israel dependía de que el pueblo obedeciese las leyes de Dios. (Dt 7:12, 13; 28:2, 4, 15, 18, 31, 51.)
Desde tiempos remotos se han ofrecido ovejas como sacrificio. (Gé 4:2, 4; 22:7, 8, 13; Job 42:8.) Bajo la Ley, había que sacrificar a todos los primogénitos machos de los corderos, pero no antes de los ocho días. Para redimir a un primogénito de asno, se debía ofrecer una oveja. (Éx 34:19, 20; Le 22:27.) Se presentaban carneros como ofrendas por la culpa (Le 5:15, 16, 18; 6:6), ofrendas quemadas (Le 9:3; 16:3; 23:12) y sacrificios de comunión (Le 9:4); también se usó un carnero como ofrenda de instalación del sacerdocio aarónico. (Éx 29:22; Le 8:22-28.) La ofrenda quemada constante que se hacía diariamente consistía en dos carneros de un año de edad. (Éx 29:38-42.) Además de dicha ofrenda, se sacrificaban carneros y corderos tanto al comienzo de cada mes como cuando se celebraban las fiestas anuales. (Nú 28:11, 17-19, 26, 27; 29:1-38.) Tan habitual era el carnero en las ofrendas de Israel, que el profeta Samuel habló de “grasa de carneros” como sinónimo de “sacrificio”. (1Sa 15:22.) No obstante, también se podían presentar corderas como sacrificios de comunión (Le 3:6), ofrendas por el pecado (Le 4:32; Nú 6:14) y ofrendas por la culpa (Le 5:6).


Uso profético y figurado.
 En las Escrituras las “ovejas” a menudo denotan la condición indefensa, inocente y a veces denigrada del pueblo de Jehová. (2Sa 24:17; Sl 44:11, 22; 95:7; 119:176; Mt 10:6, 16; Jn 21:16, 17; Ro 8:36.) Al estar bajo pastores o caudillos infieles, los israelitas, como ovejas de Dios, sufrieron en gran manera. Por medio de su profeta Ezequiel, Jehová describió su situación de abandono: “El rebaño mismo no apacientan. A las enfermas no han fortalecido, y a la doliente no han sanado, y a la quebrada no han vendado, y a la dispersada no han traído de vuelta, y a la perdida no han procurado hallar, sino que con dureza las han tenido en sujeción, hasta con tiranía. Y gradualmente fueron esparcidas por no haber pastor, de modo que llegaron a ser alimento para toda bestia salvaje del campo”. (Eze 34:3-5.) En cambio, las ovejas de Jesús, tanto el “rebaño pequeño” como las “otras ovejas” que siguen su dirección, están bien cuidadas. (Lu 12:32; Jn 10:4, 14, 16; Rev 7:16, 17.) Jesús comparó con ovejas a los que hacían el bien a los más pequeños de sus hermanos, mientras que a los que rehusaban hacerlo los asemejó a cabras. (Mt 25:31-45.)
Los “carneros” a veces representan a personas, en especial a los caudillos opresivos de una nación destinados a la destrucción. (Jer 51:40; Eze 39:18.) En Ezequiel 34:17-22 los carneros, los machos cabríos y las ovejas gordas representan a los caudillos infieles de Israel que se apropiaron de lo mejor para sí mismos y luego ensuciaron lo que quedaba para las ovejas delgadas y enfermas, es decir, el pueblo oprimido, explotado y maltratado.
Se habló proféticamente de Jesucristo como si fuera una oveja llevada al degüello y como una oveja que permanece en silencio delante de sus esquiladores. (Isa 53:7; Hch 8:32, 35; compárese con 1Pe 2:23.) Debido al sacrificio de Jesús, Juan el Bautista lo identificó como el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, y en el libro de Revelación, al Hijo de Dios se le llama repetidas veces el “Cordero”. (Jn 1:29; Rev 5:6; 6:16; 7:14, 17; 14:1; 17:14; 19:7.)
A la potencia mundial medopersa se la representó como un carnero con dos cuernos de altura desigual. El más alto debió indicar la supremacía de los reyes persas. (Da 8:3-7, 20.) En Revelación 13:11, a la bestia salvaje que salía de la tierra se la muestra con dos cuernos como los de un cordero, dando así la apariencia de ser inofensiva. De manera similar, Jesús dijo que los falsos profetas eran como lobos con ropa de oveja, es decir, peligrosos aunque de apariencia inofensiva. (Mt 7:15.)
Parece ser que la referencia a ‘montañas que anduvieron brincando como corderos’ (Sl 114:4-6) se refiere al temblor que ocurrió en el monte Sinaí cuando Jehová entregó la Ley a Israel. (Éx 19:18; compárese con Sl 29:5, 6; 68:8.)

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