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Friday, January 28, 2011

Sal. 103:10—Ps. 103:10.

Viernes 28 de enero
No ha hecho con nosotros aun conforme a nuestros pecados; ni conforme a nuestros errores ha traído sobre nosotros lo que merecemos (Sal. 103:10).
A fin de comprender la gravedad de nuestra situación, veamos todo lo que el pecado nos ha arrebatado. Esto puede ser difícil, pues lo que hemos perdido es algo que en realidad nunca hemos podido experimentar. ¿A qué nos referimos? Pues bien, en un principio, Adán y Eva tenían una mente y un cuerpo perfectos. Su perfección les permitía controlar por completo sus pensamientos, sentimientos y acciones, por lo que cada día serían mejores siervos de Dios y podrían desarrollar al máximo su enorme potencial. Pero en vez de eso, trataron con desprecio ese hermoso regalo. Cuando decidieron desobedecer a Jehová, no solo perdieron la clase de vida que él les había ofrecido, sino que también nos negaron a todos sus descendientes la posibilidad de tenerla (Gén. 3:16-19). Al mismo tiempo contrajeron, por así decirlo, la terrible enfermedad del pecado y se la pasaron a sus hijos. En su justicia, Jehová los condenó a muerte, pero a nosotros nos ha ofrecido la esperanza de obtener liberación.
Friday, January 28
He has not done to us even according to our sins; nor according to our errors has he brought upon us what we deserve.—Ps. 103:10.
In order to grasp the severity of sin and its effects, we must try to fathom what it has cost us. That may be difficult at first because sin cost us something we have never yet experienced. Adam and Eve initially enjoyed perfect human life. Perfect in mind and body, they could choose to control their thoughts, feelings, and actions. Thus they were free to grow as servants of Jehovah God, to fulfill the tremendous potential within them. Instead, they threw away that precious gift. By choosing to sin against Jehovah, they lost for themselves and their offspring the kind of life that Jehovah intended for them. (Gen. 3:16-19) At the same time, they inflicted on themselves and on us the terrible “disease” of sin. Rightly, Jehovah condemned them. But for us, he holds out the hope of deliverance

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