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Monday, February 28, 2011

¿Conoce Jesús actualmente la fecha exacta de Armagedón?


Es muy lógico creer que sí.
 
Tal vez alguien se pregunte por qué siquiera se plantea esta interrogante. Probablemente se deba al comentario de Jesús recogido en Mateo 24:36: “Respecto a aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo el Padre”. Nótese la frase “ni el Hijo”.
 
Este versículo forma parte de la respuesta de Jesús a la pregunta de los apóstoles de “¿cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”. (Mateo 24:3.) En su hoy célebre profecía sobre los sucesos que integrarían “la señal” de su presencia, Jesús vaticinó para la Tierra, entre otras cosas, guerras, escasez de alimento, terremotos y la persecución de los cristianos verdaderos. 

Gracias a dicha señal, sus seguidores podrían reconocer la proximidad del fin. Jesús ilustró este punto con el tiempo en que comienzan a brotar las hojas de la higuera, un signo de la proximidad del verano. Y añadió: “Así mismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca, a las puertas”. (Mateo 24:33.)
 
Sin embargo, Jesús no precisó cuándo acontecería el fin; antes bien, dijo lo que ya leímos en Mateo 24:36, según el texto que ofrecen la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras y muchas otras versiones modernas de la Biblia. Empero algunas versiones más antiguas no contienen el inciso “ni el Hijo”.
 
Por ejemplo, la versión de Casiodoro de Reina (1569) dice: “Mas del día u hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo” (ortografía actualizada). La versión de Francisco de Enzinas (1543) ofrece una lectura parecida. ¿Por qué omiten la frase “ni el Hijo”, si se encuentra en Marcos 13:32? Porque en el siglo XVI, cuando se prepararon estas dos versiones, no aparecía en los manuscritos empleados por los traductores. Sin embargo, desde entonces han salido a la luz numerosos manuscritos griegos de mayor antigüedad, de una época más cercana a la del texto original de Mateo, y estos contienen la frase “ni el Hijo” en Mateo 24:36.
 
Es de interés observar que la Biblia de Jerusalén, católica, la incluye con una nota a pie de página que dice que la Vulgata latina la omitió “sin duda por escrúpulo teológico”. ¡Seguro que sí! Parece lógico: los traductores o copistas trinitarios pudieron ceder a la tentación de suprimir una frase que indicaba que Jesús desconocía cosas que su Padre sabía. ¿Cómo podía Jesús ignorar cierto asunto si él y su Padre formaban parte de un Dios trino y uno?
 
Así mismo, A Textual Commentary on the Greek New Testament (Comentario textual al Nuevo Testamento Griego), de B. M. Metzger, dice: “En la mayoría de los testimonios [manuscritos] de Mateo, incluido el texto bizantino posterior, faltan las palabras ‘ni el Hijo’. Por otro lado, los mejores representantes de los textos alejandrino, occidental y cesariense las incluyen. Resulta más verosímil creer que se hayan omitido por la dificultad doctrinal que plantean que el que se hayan agregado por asimilación” al texto de Marcos 13:32 (cursivas nuestras).
 
Los “mejores representantes” de los manuscritos más antiguos apoyan la lectura que presenta una gradación lógica en lo relativo al conocimiento. Los ángeles no sabían la hora del fin; tampoco el Hijo, sino solo el Padre. Y esto armoniza con las palabras de Jesús en Mateo 20:23, donde reconoce que no le competía a él conceder puestos prominentes en el Reino, sino al Padre.
Por consiguiente, las palabras de Jesús muestran que él desconocía la fecha del ‘fin del mundo’ cuando estuvo en la Tierra. ¿La sabe ahora?
 
Revelación (Apocalipsis) 6:2 pinta a Jesús montando un caballo blanco y dispuesto a ‘vencer y completar su victoria’. Le siguen a continuación unos jinetes que representan las guerras, el hambre y las plagas, como las que se han experimentado desde el estallido de la I Guerra Mundial, en 1914. Los testigos de Jehová creen que en 1914 tuvo lugar la entronización de Jesús como Rey del Reino celestial de Dios, aquel que tomará la delantera en la venidera batalla contra la iniquidad en la Tierra. (Revelación 6:3-8; 19:11-16.) Habiéndosele facultado para vencer en el nombre de Dios, parece razonable que su Padre le haya comunicado la fecha del fin, cuando Jesús ‘completará su victoria’.
 
A los que vivimos en la Tierra no se nos ha revelado tal fecha, de modo que aún nos concierne la exhortación de Jesús: “Sigan mirando, manténganse despiertos, porque no saben cuándo es el tiempo señalado. [...] Lo que les digo a ustedes, a todos lo digo: Manténganse alerta”. (Marcos 13:33-37.)

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