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Sunday, February 20, 2011

Job 1:5—Job 1:5.

Lunes 21 de febrero
[Job] se levantaba muy de mañana y ofrecía sacrificios quemados conforme al número de todos [sus hijos] [...]. Así hacía Job siempre (Job 1:5).
Si un hermano sufre una desgracia, no debemos pensar que Jehová es el responsable. Como hemos visto, Satanás es quien tiene la culpa. En vez de actuar como los falsos amigos de Job, que se distanciaron de él, actuaremos como Elihú, quien trató a Job como un verdadero amigo. Ayudaremos a nuestro hermano a luchar contra nuestro enemigo común, Satanás (Pro. 3:27; 1 Tes. 5:25). Nuestro objetivo es ayudarlo a mantenerse fiel en toda circunstancia, pues así podrá alegrar el corazón de Jehová. El Diablo comenzó su ataque contra Job eliminando su ganado, que posiblemente constituía su principal fuente de ingresos. Además, Job utilizaba algunos de esos animales para hacer sacrificios a Jehová. Pero cuando empezaron las pruebas, Job ya no podía seguir con su costumbre de sacrificar animales, pues había perdido las “cosas valiosas” con las que honraba a Jehová (Pro. 3:9). Sin embargo, aún podía honrarlo con los labios, y eso fue precisamente lo que hizo.
Monday, February 21
[Job] got up early in the morning and offered up burnt sacrifices according to the number of all [his children]. That is the way Job would do always.—Job 1:5.
How can we show that we keep the real enemy in mind when a tragedy befalls a fellow believer? Instead of distancing ourselves from the affected brother, we act like Elihu of old, who spoke to Job as a true friend. We join our brother in the struggle against our common enemy, Satan. (Prov. 3:27; 1 Thess. 5:25) Our goal is to help our fellow servant to maintain his integrity, come what may, and thus make Jehovah’s heart rejoice. The first asset that Satan caused Job to lose was his livestock. Those animals were valuable, likely his livelihood. But Job also used them in worship. Once the trials began, that was no longer possible. Job had no “valuable things” with which to honor Jehovah. (Prov. 3:9) But he could—and did—honor Jehovah with his lips! 

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