La vida y el ministerio de Jesús Aprenda de las tentaciones de Jesús

 
INMEDIATAMENTE después de su bautismo, Jesús es conducido por el espíritu de Dios al desierto de Judea. Tenía mucho en qué pensar, pues al tiempo de su bautismo “los cielos se abrieron” para que pudiera discernir asuntos celestiales. Por consiguiente, ahora Jesús recuerda plenamente su vida como hijo espiritual de Dios, incluso todas las cosas que Dios le había hablado. ¡Sí, hay mucho sobre lo cual meditar!
 
Jesús pasa 40 días y 40 noches en el desierto y, durante ese tiempo, no come nada. Entonces, cuando tiene mucha hambre, el Diablo se le acerca para tentarlo, y le dice: “Si eres hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en panes”. Pero Jesús sabe que es incorrecto usar sus poderes milagrosos para satisfacer sus deseos personales. Así que se niega a ser tentado.
 
Pero el Diablo no se da por vencido. Trata otra manera de abordarlo. Desafía a Jesús a saltar del almenaje del templo para que los ángeles de Dios lo rescaten. Pero Jesús no se siente tentado a hacer ese despliegue espectacular. Al citar de las Escrituras, él muestra que es incorrecto poner a prueba a Dios de esa manera.
 
En una tercera tentación, de alguna manera milagrosa el Diablo muestra a Jesús todos los reinos del mundo y dice: “Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración”. Pero otra vez Jesús rehúsa ceder a la tentación de hacer lo malo y escoge seguir siendo fiel a Dios.
 
Las tentaciones de Jesús nos transmiten varias enseñanzas. Por ejemplo, muestran que el Diablo no es una mera cualidad del mal, como algunas personas afirman, sino que es una persona real e invisible. La tentación de Jesús también muestra que todos los gobiernos del mundo pertenecen al Diablo. Pues ¿cómo podría haber sido una verdadera tentación para Cristo el que el Diablo se los ofreciera si este realmente no fuera el dueño de ellos?
 
Y piense en esto: El Diablo dijo que estaba dispuesto a recompensar a Jesús por un acto de adoración, incluso a darle todos los reinos del mundo. El Diablo bien pudiera tratar de tentarnos de manera similar, quizás poniendo ante nosotros oportunidades tentadoras de obtener riquezas, poder o posición en el mundo. 

Pero ¡qué sabio sería el seguir el ejemplo de Jesús y permanecer fieles a Dios ante cualquier tentación! (Mateo 3:16; 4:1-11; Marcos 1:12, 13; Lucas 4:1-13.)