Examining the Bible Scriptures Daily, Such instructions gave Jesus ‘the tongue of the taught ones’ so that he would ‘know how to answer the tired one with a word.’ (Isa. 30:20; 50:4; Matt. 11:28-30) Being awakened to timely counsel from the Word of God each morning will not only help you to cope with your own problems but also equip you with ‘the tongue of the taught ones’ to help others.”
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Saturday, March 19, 2011
Los cristianos y el nombre
NADIE puede decir con toda exactitud cuándo cesaron de pronunciar en voz alta el nombre de Dios los judíos ortodoxos y, en lugar de ello, usaron las palabras hebreas para Dios y Señor Soberano. Algunos creen que el nombre de Dios dejó de usarse cotidianamente mucho antes de los tiempos de Jesús. Pero hay fuerte evidencia de que el sumo sacerdote continuó pronunciándolo en los servicios religiosos que se celebraban en el templo —particularmente en el día de la Expiación— hasta el mismísimo tiempo en que el templo fue destruido en 70 E.C. Por eso, cuando Jesús estuvo en la Tierra se conocía la pronunciación del nombre, aunque quizá no se usaba extensamente.
¿Por qué dejaron de pronunciar el nombre de Dios los judíos? Probablemente, por lo menos en parte, debido a que aplicaron mal las palabras del tercer mandamiento: “No debes tomar el nombre de Jehová tu Dios de manera indigna” (Éxodo 20:7). Por supuesto, este mandamiento no prohibió el uso del nombre de Dios. De otra manera, ¿por qué usaron tan libremente ese nombre siervos antiguos de Dios tales como David, y todavía disfrutaron de la bendición de Jehová? ¿Y por qué lo pronunció Dios ante Moisés y le dijo a Moisés que explicara a los israelitas quién era el que había enviado a Moisés? (Salmo 18:1-3, 6, 13; Éxodo 6:2-8.)
No obstante, para el tiempo de Jesús había una vigorosa tendencia a tomar los mandatos razonables de Dios e interpretarlos de modo altamente irrazonable. Por ejemplo, el cuarto de los Diez Mandamientos ponía a los judíos bajo la obligación de observar el séptimo día de cada semana como un día de descanso, un sábado (Éxodo 20:8-11). Los judíos ortodoxos llevaron ese mandato hasta lo ridículo, forjando reglas innumerables para gobernar hasta el más pequeño acto en cuanto a si podía o no podía efectuarse en el sábado.
Indudablemente en manifestación de la misma actitud tomaron un mandato razonable, el de que el nombre de Dios no debía ser deshonrado, y lo llevaron a un extremo muy irrazonable, diciendo que el nombre ni siquiera debía pronunciarse.
Jesús y el nombre
¿Hubiera seguido Jesús una tradición tan antibíblica? ¡Difícilmente! Él ciertamente no se retuvo de efectuar obras de curación en el sábado, aunque esto significaba quebrantar las reglas de hechura humana de los judíos y hasta arriesgar la vida (Mateo 12:9-14). De hecho, Jesús condenó a los fariseos como hipócritas porque las tradiciones de éstos iban más allá de la Palabra inspirada de Dios (Mateo 15:1-9). Por tanto, no parece probable que él se hubiera retenido de pronunciar el nombre de Dios, especialmente en vista del hecho de que su propio nombre, Jesús, significaba “Jehová es Salvación”.
En cierta ocasión Jesús se puso de pie en una sinagoga y leyó una porción del rollo de Isaías. La sección que leyó fue lo que hoy llamamos Isaías 61:1, 2, donde el nombre de Dios aparece más de una vez (Lucas 4:16-21). ¿Hubiera rehusado él pronunciar el nombre divino allí, y lo habría sustituido por “Señor” o “Dios”?
¡Por supuesto que no! Eso hubiera significado seguir la tradición antibíblica de los líderes religiosos judíos. En vez de eso, leemos lo siguiente: “Les enseñaba como persona que tiene autoridad, y no como sus escribas”. (Mateo 7:29.)
De hecho, como ya hemos aprendido, él enseñó a sus seguidores a orar a Dios: “Santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). Y en oración, la noche antes de su ejecución, dijo a su Padre: “He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste del mundo [...] Padre santo, vigílalos por causa de tu propio nombre que tú me has dado”. (Juan 17:6, 11.)
Respecto a estas referencias de Jesús al nombre de Dios, el libro Der Name Gottes (El nombre de Dios) explica, en la página 76: “Tenemos que comprender el sorprendente hecho de que el entendimiento tradicional del Antiguo Testamento acerca de la revelación de Dios es que es una revelación de su nombre y que ésta se efectúa hasta las partes finales del Antiguo Testamento, sí, continúa hasta dentro de las partes finales del Nuevo Testamento, donde, por ejemplo, en Juan 17:6, leemos: ‘He puesto tu nombre de manifiesto’”.
Sí, sería muy irrazonable pensar que Jesús se retuvo de usar el nombre de Dios, especialmente cuando citó de las porciones de las Escrituras Hebreas que lo contenían.
Los cristianos primitivos
¿Usaron el nombre de Dios los seguidores de Jesús en el primer siglo? Jesús les había mandado que hicieran discípulos de personas de todas las naciones (Mateo 28:19, 20). Muchas de las personas a las cuales se había de predicar no tenían concepto del Dios que se había revelado a los judíos mediante el nombre Jehová.
¿Cómo podrían los cristianos identificarles el Dios verdadero? ¿Bastaría con llamarlo Dios o Señor? No. Las naciones tenían sus propios dioses y señores (1 Corintios 8:5). ¿Cómo pudieran los cristianos haber señalado una clara diferencia entre el Dios verdadero y los falsos? Únicamente mediante el uso del nombre del Dios verdadero.
Así, el discípulo Santiago declaró lo siguiente durante una conferencia de los ancianos en Jerusalén: “Simeón ha contado cabalmente cómo Dios por primera vez dirigió su atención a las naciones para tomar de entre ellas un pueblo para su nombre. Y con esto convienen las palabras de los Profetas” (Hechos 15:14, 15). El apóstol Pedro, en su bien conocido discurso del Pentecostés, señaló a una parte vital del mensaje cristiano cuando citó estas palabras del profeta Joel: “Todo el que invoque el nombre de Jehová escapará salvo”. (Joel 2:32; Hechos 2:21.)
El apóstol Pablo no deja ninguna duda en cuanto a la importancia que tenía para él el nombre de Dios. En su carta a los romanos cita las mismas palabras del profeta Joel y pasa a estimular a sus compañeros cristianos para que muestren su fe en aquella declaración mediante el salir a predicar acerca del nombre de Dios a otras personas, para que éstas, también, se salvaran (Romanos 10:13-15). Posteriormente escribió en su carta a Timoteo: “Que renuncie a la injusticia todo el que nombra el nombre de Jehová” (2 Timoteo 2:19). Al fin del primer siglo, el apóstol Juan utilizó el nombre divino en sus escritos. La expresión “Aleluya”, que significa: “Alaben a Jah”, aparece varias veces en el libro de Revelación o Apocalipsis. (Revelación 19:1, 3, 4, 6.)
Sin embargo, Jesús y sus seguidores habían profetizado que ocurriría una apostasía en la congregación cristiana. El apóstol Pedro había escrito: “También habrá falsos maestros entre ustedes”. (2 Pedro 2:1; véase también Mateo 13:36-43; Hechos 20:29, 30; 2 Tesalonicenses 2:3; 1 Juan 2:18, 19.) Estas advertencias se cumplieron. Un resultado fue que el nombre de Dios pasó a un plano secundario. ¡Hasta fue quitado de copias y traducciones de la Biblia! Veamos cómo sucedió eso.
[Nota]
Algunas personas sugieren otra razón: Puede que la filosofía griega haya influido en los judíos. Por ejemplo, Filón, un filósofo judío de Alejandría aproximadamente contemporáneo de Jesús, estuvo en gran medida bajo la influencia del filósofo griego Platón, considerado por Filón como persona que había recibido inspiración divina. El Lexikon des Judentums (Léxico del judaísmo), bajo “Philo”, declara que Filón “unió el lenguaje y las ideas de la filosofía griega (Platón) con la fe revelada de los judíos” y que, para empezar, “tuvo visible efecto en los padres de la iglesia cristiana”. Filón enseñó que Dios era indefinible y, por eso, innominable.
Esta ilustración de un sumo sacerdote judío que lleva en el turbante la señal hebrea que significa “La santidad pertenece a Jehová” está en el Vaticano
Como lo indica esta traducción alemana de la Biblia, de 1805, cuando Jesús leyó del rollo de Isaías en la sinagoga pronunció el nombre de Dios en voz alta. (Lucas 4:18, 19.)
Pedro y Pablo usaron el nombre de Dios cuando citaron de la profecía de Joel. (Hechos 2:21; Romanos 10:13.)
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