El punto de vista bíblico
Mucha gente cree que su futuro ha sido predestinado por una fuerza suprema. Piensan que las páginas de su vida, desde la concepción hasta la muerte, ya están escritas. “Al fin y al cabo —razonan—, como el Señor todo lo sabe y todo lo puede, debe de conocer perfectamente el pasado, el presente y el futuro.”
¿QUÉ opina usted? ¿Dictará Dios el porvenir y el destino final de cada quien? En otras palabras: ¿tenemos de veras libre albedrío? Veamos qué dice la Biblia al respecto.
¿Presciencia absoluta, o selectiva?
La Biblia expone claramente que Dios tiene la facultad de conocer el futuro. Él sabe “desde el principio el final” (Isaías 46:10). De hecho, usó a seres humanos como secretarios para que pusieran por escrito muchas profecías (2 Pedro 1:21). Y es más, lo que predice siempre se cumple con todo detalle porque él tiene la sabiduría y el poder para realizarlo. Por lo tanto, Dios no solo sabe de antemano lo que va a pasar, sino también puede predeterminar los sucesos si él quiere. Ahora bien, ¿significa esto que fija nuestro destino individual o la cantidad de los que alcanzarán la salvación? Las Santas Escrituras demuestran que no es así.
La Biblia enseña que Dios predetermina el futuro de forma selectiva. Por ejemplo, predijo que “una gran muchedumbre” de personas justas sobreviviría al exterminio de la gente malvada en el fin del sistema de cosas actual (Revelación [Apocalipsis] 7:9, 14). Note, sin embargo, que no reveló una cantidad específica de los que compondrían esa gran muchedumbre. ¿Por qué no? Porque Dios no predestina a nadie. Él es como un padre que ama a su familia. Sabe que al menos algunos de sus muchos hijos corresponderán a su amor, pero no establece una cifra de antemano.
A modo de ejemplo, comparemos la manera como Dios ejerce su facultad de predeterminar con el uso que da a su poder. Él es todopoderoso, o sea, tiene poder absoluto (Salmo 91:1; Isaías 40:26, 28). ¿Quiere decir eso que no controla su fuerza? De ninguna manera. Por citar un caso, se contuvo de castigar a Babilonia, nación enemiga del antiguo Israel, hasta que llegó el momento adecuado. “Seguí ejerciendo autodominio”, declaró (Isaías 42:14). Al usar su presciencia y predeterminación, Jehová también ejerce autodominio, pues respeta el libre albedrío que nos ha dado.
El hecho de que Dios controle sus facultades no lo convierte en un ser inferior o imperfecto. Más bien, exalta su grandeza y nos impulsa a amarlo, pues esto confirma que no solo ejerce su soberanía con presciencia y poder, sino que estima y respeta el libre albedrío de sus criaturas inteligentes.
Por otra parte, si el Altísimo predeterminara todo —incluso los terribles accidentes y los actos más viles de la historia—, ¿verdad que tendríamos justas razones para culparlo por el sufrimiento y dolor que hay en el mundo? Por eso, al analizar cuidadosamente la enseñanza de la predestinación, vemos que, en vez de honrar a Dios, empaña su buen nombre. Es más, lo presenta como alguien insensible, abusivo y perverso: todo lo contrario de como la Biblia lo describe (Deuteronomio 32:4).
Una decisión personal
Mediante su siervo Moisés, Dios dijo a la nación de Israel: “He puesto delante de ti la vida y la muerte, [...] y tienes que escoger la vida [...] amando a Jehová tu Dios, escuchando su voz y adhiriéndote a él; porque él es tu vida y la longitud de tus días” (Deuteronomio 30:19, 20). Si de entre aquellos israelitas Dios hubiera predeterminado quiénes lo amarían y se mantendrían vivos, y quiénes lo despreciarían y merecerían morir, sus palabras habrían resultado vacías e hipócritas. ¿Cree usted que Dios, quien es “amador de la justicia” y constituye la misma personificación del amor, haría algo tan injusto? (Salmo 37:28; 1 Juan 4:8.)
La invitación que Dios ofrece a sus siervos de escoger la vida es aún más pertinente en nuestros días, cuando el cumplimiento de ciertas profecías bíblicas indica que se acerca el fin del sistema de cosas actual (Mateo 24:3-9; 2 Timoteo 3:1-5). ¿Cómo podemos elegir la vida? Siguiendo los pasos que dieron los israelitas.
¿Cómo “escoger la vida”?
Escogemos la vida “amando a Jehová”, “escuchando su voz” y “adhiriéndo[nos] a él”. Pero para lograr esto, primero hemos de conocerlo como persona y comprender lo que nos pide. Al orar a su Padre, Jesucristo dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (cursivas nuestras; Juan 17:3, Reina-Valera, 1995).
Podemos hallar ese valioso conocimiento en las páginas de la Santa Biblia, conocida apropiadamente como la Palabra de Dios (Juan 17:17; 2 Timoteo 3:16). Este regalo espiritual es además una prueba tangible de que el Creador no ha predestinado nuestro futuro, sino que desea que tomemos decisiones informadas (Isaías 48:17, 18).
Es como si Dios nos dijera mediante la Biblia: “Este es mi propósito para la humanidad y la Tierra, y esto es lo que deben hacer para que tengan vida eterna. Ahora les toca decidir a ustedes si me escucharán o si me darán la espalda”. Así es, el Todopoderoso equilibra perfectamente su facultad de predeterminar el futuro con el respeto hacia el libre albedrío de las personas. ¿Elegirá usted la vida que Dios nos ofrece “escuchando su voz y adhiriéndo[se] a él”?
¿SE LO HA PREGUNTADO?
▪ ¿Hasta qué punto emplea Dios su presciencia? (Deuteronomio 30:19, 20; Isaías 46:10.)
▪ ¿Por qué es inconcebible que Dios predetermine las desgracias que sufre la gente? (Deuteronomio 32:4.)
▪ ¿Qué determinará finalmente el porvenir de cada quien? (Juan 17:3.)
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