El punto de vista bíblico
CIERTO periodista pasó un año sin volar porque un adivino le vaticinó que moriría en un accidente aéreo. Personas de todas las profesiones y condiciones sociales, entre ellas políticos, empresarios, actores, atletas y estudiantes universitarios, recurren a prácticas supersticiosas. Creen que en momentos de incertidumbre, tensión o ansiedad, estas los librarán de peligros o les ayudarán a alcanzar sus metas.
Muchos ven las diversas formas de superstición como una curiosidad o una fuente inofensiva de apoyo psicológico. La fallecida antropóloga Margaret Mead comentó: “Las supersticiones reflejan nuestro deseo vehemente de que una cosa se convierta en realidad o de evitar que nos ocurra algo malo. Aceptarlas unas veces y rechazarlas otras nos permite disfrutar de lo mejor de ambos mundos”. Con todo, el que desee complacer a Dios debe preguntarse si la superstición y el cristianismo son compatibles.
La fuente de la superstición
En general, la humanidad ha vivido plagada de temores: temor a la muerte, a lo desconocido, al más allá, por nombrar solo algunos. En su empeño por esclavizar a la gente, Satanás, el rebelde enemigo de Dios, ha alimentado dichos temores con mentiras maliciosas (Juan 8:44; Revelación [Apocalipsis] 12:9). Pero el Diablo no está solo en sus intentos de apartar de Dios a la gente, pues la Biblia lo llama “el gobernante de los demonios” (Mateo 12:24-27). ¿Quiénes son los demonios? Son ángeles que en tiempo de Noé apoyaron a Satanás en su rebelión contra Dios. Desde entonces han procurado ejercer su influencia sobre la mente de los hombres sirviéndose de instrumentos como la superstición (Génesis 6:1, 2; Lucas 8:2, 30; Judas 6).
La superstición tiene su base en una mentira satánica, a saber, la creencia de que un ente invisible sobrevive a la muerte del cuerpo y puede influir en los vivos. Contrario a ello, la Biblia declara: “En cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto”. Asimismo añade que después de la muerte “no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría” (Eclesiastés 9:5, 10).
“Algo detestable a Jehová”
No son pocas las personas que han optado por creer las mentiras de Satanás. Muchos años atrás, Dios dio estas claras instrucciones a su pueblo Israel: “No debería hallarse en ti nadie que [...] emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los muertos. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová” (Deuteronomio 18:10-12).
Lamentablemente, los israelitas no siempre hicieron caso de esta advertencia. En los días del profeta Isaías, por ejemplo, algunos creían que una buena cosecha dependía de congraciarse con el “dios de la Buena Suerte”. Esta creencia supersticiosa les trajo consecuencias funestas, pues perdieron el favor y la bendición de Jehová (Isaías 65:11, 12).
La llegada del cristianismo no alteró el punto de vista de Jehová sobre la superstición. El apóstol Pablo instó a los supersticiosos habitantes de Listra a que dejaran “estas cosas vanas” (o “vanas supersticiones”, según la versión de Ignacio Guerea) y se volvieran “al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra y el mar y todas las cosas que hay en ellos” (Hechos 14:15).
Cómo librarse de sus ataduras
Existen incontables prácticas supersticiosas, todas las cuales tienen algo en común: la falta de una explicación lógica. Entre otras cosas, las supersticiones hacen que la gente culpe de sus desgracias a la mala suerte en vez de asumir la responsabilidad de sus actos.
Felizmente, muchos se han liberado de las ataduras de la superstición. “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará”, declaró Jesús (Juan 8:32). Clementina, una brasileña que fue adivina por veinticinco años, dijo: “Aunque la adivinación era el único medio que tenía de ganarme la vida, la verdad bíblica me liberó de la superstición”. El estudio constante de la Biblia y las oraciones sinceras a Jehová Dios nos dan fortaleza interior; esta, a su vez, nos ayuda a pensar de manera estable y equilibrada, lo que se traduce en buenas decisiones que nos protegen contra el peligro y mitigan la ansiedad (Filipenses 4:6, 7, 13).
La Biblia pregunta: “[¿]Qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial [Satanás]?”. Por tal razón, los auténticos cristianos deben mantenerse apartados de la superstición (2 Corintios 6:14-16).
¿SE HA PREGUNTADO...
▪ ... en quién confiaban los israelitas supersticiosos del tiempo de Isaías, puesto que no confiaban en Dios? (Isaías 65:11, 12.)
▪ ... qué les dijo el apóstol Pablo que hicieran a los supersticiosos habitantes de Listra? (Hechos 14:15.)
▪ ... si la superstición es compatible con el cristianismo? (2 Corintios 6:14-16.)
La superstición crea un falso sentido de seguridad
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