El punto de vista bíblico
UN ESCÉPTICO señor francés, parado rígidamente frente a su casa, miró a uno de los testigos de Jehová directamente a los ojos y dijo: “Le prestaré atención si usted me puede decir de dónde vino Dios”. Sin perturbarse el Testigo contestó: “Algunas personas muy lógicas han llegado a la misma conclusión que el filósofo francés del siglo XVIII Voltaire, quien declaró: ‘Si Dios no existiera, sería necesario inventarlo’. ¿Ha reflexionado usted alguna vez en por qué un hombre tan inteligente como Voltaire haría una declaración como esa?”.
El hombre admitió que nunca lo había hecho pero le pidió al Testigo que entrara. El Testigo desarrolló su argumento de la siguiente manera.
Seamos lógicos
Al igual que Voltaire, muchas personas opinan que la vida y el universo deben tener una causa. Para ser capaz de producir las cosas que vemos, esta causa tendría que estar dotada de ciertos poderes y cualidades, tales como energía, habilidad para organizar, gusto artístico, amor y sabiduría. ¿Por qué? Porque las cosas que se observan en el universo, particularmente en nuestro planeta Tierra, reflejan esas características. Ahora bien, esos no son atributos de cosas, sino más bien de personas. De manera que llegamos al concepto de un Ser Supremo... Dios.
“Muy bien —contestó el incrédulo señor francés—, pero ¿de dónde vino Dios?”
No tuvo un principio absoluto
Nos enfrentamos al hecho visible de un universo material y de muchas diferentes formas de vida en la Tierra.
¿De dónde se originaron? Algunos científicos, aunque no todos, dicen que estas formas de vida se presentaron por casualidad. Pero las teorías divergentes de los científicos siempre presuponen la existencia de algo, sin importar cómo lo llamen. Estos dicen, y correctamente, que la materia es una forma de energía.
Basándose en este hecho, creen que el universo material pudo haber llegado a existir accidentalmente. Pero no explican cómo se originó el conjunto de circunstancias iniciales. Siempre hay algo preexistente cuyo origen son incapaces de explicar.
De manera que los ateos presuponen la existencia de algo, mientras que los que creen en Dios presuponen la existencia de una persona. En vista de todas las leyes naturales, la precisión matemática, la organización y la sabiduría observables en la Tierra y a través del universo, los testigos de Jehová creen que es más lógico concluir que la Primera Causa es una Persona en lugar de algo impersonal, un Creador inteligente más bien que una fuerza ciega. En vez de la premisa atea: ‘En el principio algo’, prefieren las palabras de apertura de la Biblia: “En el principio [...] Dios”. (Génesis 1:1.)
“Ya sabía yo que usted terminaría citándome de la Biblia”, dijo el interlocutor francés.
La verdad es que los testigos de Jehová creen que el punto de vista de la Biblia sobre ciertos hechos básicos es lógico y que está en armonía con realidades visibles. Examinemos unas cuantas.
Algo no puede venir de la nada. Ningún científico ha podido producir algo de la nada. El hombre solo puede transformar o elaborar materiales existentes. De manera similar, ninguna persona sensata sugeriría que un artículo manufacturado se produjo a sí mismo. La Biblia declara una verdad evidente: “Por supuesto, toda casa es construida por alguien”. Entonces continúa con la conclusión lógica: “Pero el que ha construido todas las cosas es Dios”. (Hebreos 3:4.) Reconocer que una casa necesita un arquitecto y un constructor y, al mismo tiempo, afirmar que un complicado átomo, una molécula o una célula surgió de la nada simplemente no tiene sentido desde el punto de vista bíblico. La Biblia pregunta de manera lógica: “¿Debe decir la cosa hecha respecto a su hacedor: ‘Él no me hizo’?”. (Isaías 29:16.)
La vida se origina de la vida. A pesar de que algunas personas persisten en creer que la vida se originó espontáneamente de materia inanimada, aún quedan por verse fábricas convertir cargamentos de químicos en células vivas manufacturadas. Si la vida llegó a existir espontáneamente, ¿por qué no puede el hombre repetir y desarrollar el proceso? Simplemente porque los hechos muestran que todas las cosas vivas provienen de cosas vivas preexistentes. La Biblia reconoce que la Primera Causa tuvo que haber sido un Ser viviente, cuando declara: “De tiempo indefinido a tiempo indefinido tú eres Dios”. “Contigo está la fuente de la vida.” (Salmo 90:2; 36:9.)
La materia es una forma de energía. La Biblia está en perfecto acuerdo con el hecho probado científicamente de que la materia es una forma de energía. El hombre ha descubierto cómo liberar energía de la materia en sus bombas atómicas y centrales de energía nuclear. La Biblia muestra que Dios es la fuente de la energía contenida en el universo material. Leemos: “Levanten los ojos a lo alto y vean [los cuerpos del sistema solar, estrellas, galaxias]. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que está sacando el ejército de ellas aun por número. [...] Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna de ellas falta”. (Isaías 40:26.) “Él es el Hacedor de la tierra por su poder.” (Jeremías 10:12.)
El universo da evidencia de tener un propósito. La experiencia humana muestra que el orden nunca es el resultado de confusión. Por lo tanto, ¿es lógico creer que el orden visible en la Tierra, con sus estaciones y ciclos tan necesarios para las plantas, animales y vida humana pudieron llegar a existir por azar? Más bien, ¿no dan estas cosas evidencia de que fueron diseñadas con un propósito? La Biblia declara: “Esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada”. (Isaías 45:18.)
Un maravilloso propósito para la Tierra
El escéptico interlocutor se aventuró a decir: “Haya sido creada o no, es muy probable que la Tierra termine deshabitada”.
Al parecer sus temores son justificados. De modo que hoy tenemos que escoger entre la incredulidad desesperanzada y el reconocimiento razonado de que existe un Dador de vida eterno, cuya Palabra escrita nos ofrece la esperanza de vivir para siempre en un paraíso global en la Tierra. (Mateo 6:10; Salmo 37:9, 11, 29.) No hay duda de que tal perspectiva es merecedora de un examen.
“Si Dios no existiera, sería necesario inventarlo.” (El filósofo francés Voltaire.)
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