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Sunday, May 1, 2011

¿Cuál es la manera más sabia de ver el dinero?

El punto de vista bíblico
 


 

“EL DINERO es para una protección”, afirma la Biblia (Eclesiastés 7:12). Como el dinero sirve para conseguir comida, techo y ropa, nos protege contra las penurias derivadas de la pobreza. Y lo cierto es que con él puede comprarse prácticamente cualquier cosa material. A esto se refiere Eclesiastés 10:19 al decir que el dinero “tiene buena acogida en todo”.
 

A fin de que contemos con los medios necesarios para cubrir las necesidades propias y las de la familia, la Palabra de Dios nos exhorta a trabajar con tesón (1 Timoteo 5:8). El trabajo arduo y honrado nos produce sentimientos de satisfacción, dignidad y seguridad (Eclesiastés 3:12, 13).
 

Trabajar duro nos permite, además, ser generosos en sentido económico. Jesús dijo que “hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20:35). Y experimentamos dicha felicidad cuando usamos con gusto nuestros recursos económicos para ayudar a los desfavorecidos —y más si son hermanos cristianos— o para comprarle un regalo a un ser amado (2 Corintios 9:7; 1 Timoteo 6:17-19).
Ahora bien, Jesucristo animó a sus discípulos a ser generosos, no en raras ocasiones, sino por costumbre. 


“Practiquen el dar”, les dijo (Lucas 6:38). El mismo principio rige cuando se trata de dar en favor de los intereses del Reino de Dios (Proverbios 3:9). Nuestra generosidad en este campo nos permite, de hecho, ‘hacernos amigos’ de Jehová y de su Hijo (Lucas 16:9).
 

Cuidado con “el amor al dinero”
 

El egoísta pocas veces da de lo que tiene, y cuando lo hace, suele ser por motivos ocultos. Su problema casi siempre es que ama el dinero, el cual, contrario a lo que él espera, le produce infelicidad. “El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores”, dice 1 Timoteo 6:10. ¿Por qué el amor al dinero produce infelicidad y hasta perjudica?
 

Para empezar, porque el ansia de riquezas del ambicioso es insaciable. Como indica Eclesiastés 5:10, “un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata”. De ahí que quien ama el dinero se sienta “acribillado” por una frustración constante. Su codicia también afecta sus relaciones personales, su vida familiar y hasta su descanso. “Dulce es el sueño del que rinde servicio, sin importar que sea poco o mucho lo que coma; pero la abundancia que pertenece al rico no le permite dormir.” (Eclesiastés 5:12.) Y lo peor es que el amor al dinero acarrea la desaprobación divina (Job 31:24, 28).
 

Tanto en la historia bíblica como en la seglar existen muchos ejemplos de personas que robaron, se prostituyeron, asesinaron, traicionaron o mintieron, y de jueces que se corrompieron; todo por dinero (Josué 7:1, 20-26; Miqueas 3:11; Marcos 14:10, 11; Juan 12:6). Durante su ministerio terrestre, Jesús invitó a un joven “muy rico” a hacerse discípulo suyo, pero lamentablemente el joven rechazó aquella estupenda oportunidad porque aceptarla le habría supuesto pérdidas económicas. Ante aquello, Jesús exclamó: “¡Cuán difícil les será a los que tienen dinero abrirse camino al reino de Dios!” (Lucas 18:23, 24).
 

Los cristianos verdaderos deben tener especial cuidado en estos “últimos días”, pues, tal como se había predicho, la mayoría de sus contemporáneos son “amadores del dinero” (2 Timoteo 3:1, 2). Quienes tienen conciencia de su necesidad espiritual no se dejan llevar por la ambición, pues poseen algo muy superior al dinero.
 

Algo mucho mejor que el dinero
 

Cuando el rey Salomón reconoció que el dinero brinda protección, también dijo que “la sabiduría es para una protección” porque “conserva vivos a sus dueños” (Eclesiastés 7:12). ¿A qué sabiduría se refería? A la que se basa en un conocimiento exacto de las Escrituras y en un temor sano a Dios. Tal sabiduría piadosa es muy superior al dinero, pues puede salvar a uno de incontables peligros en la vida e incluso de una muerte prematura. Por otra parte, igual que una corona, la sabiduría verdadera ensalza a quien la posee y lo hace merecedor del respeto de los demás (Proverbios 2:10-22; 4:5-9). Y como contribuye a granjearse la aprobación de Dios, también se la llama “árbol de vida” (Proverbios 3:18).
 

Quienes desean sinceramente tener dicha sabiduría y, además, están dispuestos a buscarla descubren que es fácil de conseguir. “Hijo mío, si [...] clamas por el entendimiento mismo y das tu voz por el discernimiento mismo, si sigues buscando esto como a la plata, y como a tesoros escondidos sigues en busca de ello, en tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el mismísimo conocimiento de Dios. Porque Jehová mismo da la sabiduría; procedentes de su boca hay conocimiento y discernimiento.” (Proverbios 2:1-6.)
 

Dado que los cristianos verdaderos conceden mayor valor a la sabiduría que al dinero, disfrutan de un grado de paz, felicidad y seguridad que resulta inalcanzable para quienes aman el dinero. Hebreos 13:5 aconseja: “Que su modo de vivir esté exento del amor al dinero, y estén contentos con las cosas presentes. Porque [Dios] ha dicho: ‘De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé’”. Este es el tipo de seguridad que jamás podrá adquirirse con dinero.
 

¿SE HA PREGUNTADO...
 

▪ ... cómo sirve de protección el dinero? (Eclesiastés 7:12.)
 

▪ ... en qué sentido es la sabiduría piadosa superior al dinero? (Proverbios 2:10-22; 3:13-18.)
 

▪ ... por qué debemos evitar el amor al dinero? (Marcos 10:23, 25; Lucas 18:23, 24; 1 Timoteo 6:9, 10.)

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