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Wednesday, June 8, 2011

Jehová, un Dios dispuesto a perdonar


Juan 21:15-17
 

“TÚ, OH Jehová, eres bueno y estás listo para perdonar.” (Salmo 86:5.) Con estas alentadoras palabras, la Biblia nos garantiza que, cuando se trata de concedernos su perdón, Jehová Dios es generoso. Un incidente en la vida del apóstol Pedro demuestra con claridad que Jehová perdona “en gran manera” (Isaías 55:7).
 

Pedro se contaba entre los compañeros más íntimos de Jesús. Sin embargo, cedió al temor y cometió un pecado grave la noche antes de que su Maestro muriera. En un patio cerca del lugar donde Jesús fue sometido a un juicio ilegal, Pedro negó públicamente que lo conocía. Y no lo hizo una sola vez, sino tres veces. Después de que Pedro lo negara con rotundidad por tercera vez, Jesús “se volvió y [lo] miró” (Lucas 22:55-61). ¡Imagínese cómo se sintió este hombre mientras Jesús lo miraba! Reconociendo la gravedad de su pecado, “abatido, rompió a llorar” (Marcos 14:72). Puede que el arrepentido apóstol se haya preguntado si sería posible conseguir el perdón divino después de haber negado al Señor tres veces.
 

Tras su resurrección, Jesús tuvo una conversación con Pedro que de seguro disipó cualquier duda de que se le hubiera perdonado su pecado. Jesús no le habló con dureza ni lo condenó; más bien, le preguntó: “¿Me amas[?]”. Pedro contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño”. Jesús respondió: “Apacienta mis corderos”. Luego le hizo la misma pregunta por segunda vez, y Pedro dio la misma respuesta, tal vez más enérgicamente. Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejitas”. Y entonces, por tercera vez, le hizo la misma pregunta: “¿Me tienes cariño?”. Al oír eso, “Pedro se contristó” y dijo: “Señor, tú sabes todas las cosas, tú bien sabes que te tengo cariño”. Jesús entonces le dijo: “Apacienta mis ovejitas” (Juan 21:15-17).
 

¿Por qué planteó Jesús preguntas cuya respuesta ya conocía? Él podía leer los corazones, así que sabía que Pedro lo amaba (Marcos 2:8). Pero mediante estas preguntas, Jesús le dio la oportunidad de confirmar su amor tres veces. Las respuestas de Jesús —“apacienta mis corderos [...,] pastorea mis ovejitas [...,] apacienta mis ovejitas”— convencieron al apóstol de que aún se confiaba en él. Después de todo, Jesús lo estaba comisionando para que cuidara de una posesión muy valiosa: sus queridos seguidores semejantes a ovejas (Juan 10:14, 15). Pedro debió de sentirse muy aliviado al saber que Cristo aún lo consideraba digno de confianza.
 

Es obvio que Jesús perdonó a su apóstol, que tan arrepentido estaba. Ya que él refleja perfectamente las cualidades y el modo de actuar de su Padre, podemos concluir que Jehová también perdonó a Pedro (Juan 5:19). Lejos de ser reacio a conceder perdón, Jehová es un Dios misericordioso que está “listo para perdonar” a un pecador arrepentido. ¡Cuánto nos reconforta saber eso!

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