Examining the Bible Scriptures Daily, Such instructions gave Jesus ‘the tongue of the taught ones’ so that he would ‘know how to answer the tired one with a word.’ (Isa. 30:20; 50:4; Matt. 11:28-30) Being awakened to timely counsel from the Word of God each morning will not only help you to cope with your own problems but also equip you with ‘the tongue of the taught ones’ to help others.”
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Wednesday, June 22, 2011
Nuestras lágrimas están guardadas en un odre
TRISTE y angustiado, un joven fugitivo le implora a Dios su bondad y compasión diciendo: “Pon mis lágrimas, sí, en tu odre” (Salmo 56:8). ¿De quién hablamos? De David, que más tarde llegó a ser rey de Israel. ¿Qué era el odre del que habló David, y cómo es posible que Dios guarde en él nuestras lágrimas?
Los odres eran recipientes muy comunes en la época de David. Se fabricaban con la piel de una oveja o una cabra y se usaban para almacenar agua, aceite, vino o mantequilla. Todavía hoy los utilizan algunas tribus nómadas del Sahara, como los tuaregs.
Estos recipientes pueden albergar grandes cantidades de agua —según el tamaño del animal— y son bien conocidos por su capacidad para mantener fresco el contenido, incluso bajo el sofocante sol del desierto. En el pasado solían transportarse sobre un camello o un asno, aunque en la actualidad no es raro verlos atados a algún vehículo todoterreno.
La conmovedora referencia de David a los odres significa mucho para todos nosotros. ¿En qué sentido? Pues bien, la Biblia indica que Satanás controla este mundo y que tiene “gran cólera”. Debido a eso, en todas partes suceden grandes desgracias (Revelación [Apocalipsis] 12:12).
Es común que las personas, al igual que David, sufran en sentido emocional, mental o físico, sobre todo si están tratando de agradar a Dios. Puede que hasta algunos de nosotros nos sintamos como David. Tal vez estemos afligidos, “aun llorando”, pero seguimos esforzándonos por conservar el ánimo y seguir siendo fieles (Salmo 126:6). Podemos confiar en que nuestro Padre celestial no solo ve las pruebas que afrontamos, sino que también comprende cómo nos afectan emocionalmente. Él entiende a la perfección nuestro sufrimiento y, movido por la compasión, guarda en un odre simbólico todas las lágrimas que derramamos, pues no desea olvidar ninguna de ellas.
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