Domingo 14 de agosto
Tú tienes dichos de vida eterna (Juan 6:68).
El buen maestro siente pasión por lo que enseña. Como su entusiasmo es evidente, ejerce una gran influencia en sus alumnos. Sabe que si él no valora lo que enseña, tampoco lo harán ellos. Nunca olvidemos el efecto que tenemos como maestros de la Palabra de Dios, ya que Jesús dijo: “El discípulo bien formado será como su maestro” (Luc. 6:40, Biblia de América). Jesús amaba las verdades que enseñaba. Sabía que tenía un conocimiento muy valioso: la verdad acerca de su Padre celestial, “los dichos de Dios” (Juan 3:34). Las verdades que enseñó fueron como una luz brillante que permitía distinguir lo bueno de lo malo. Dieron consuelo y esperanza a las personas humildes que habían sido oprimidas por el Diablo y engañadas por los líderes religiosos (Hech. 10:38). El amor que sentía Jesús por la verdad se percibía no solo en sus enseñanzas, sino en todo lo que hacía.
Sunday, August 14
You have sayings of everlasting life.—John 6:68.
If a teacher cares about what he teaches, his enthusiasm will be evident, exerting a powerful influence on those whom he teaches. On the other hand, if a teacher does not truly appreciate what he teaches, how can he expect his students to value what they are hearing? Never underestimate your example as a teacher of God’s Word. Jesus said: “Every well-trained student will be like his teacher.” (Luke 6:40, The New Berkeley Version in Modern English) Jesus loved what he taught. He knew he had something precious to share—the truth about his heavenly Father, the very “sayings of God.” (John 3:34) Like a piercing light, the truths that Jesus taught exposed what was bad and highlighted what was good. They brought hope and comfort to humble ones who were deceived by false religious leaders and oppressed by the Devil. (Acts 10:38) The love Jesus had for truth is found not only in his teachings but in all he did.
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