El peligro de creerse más justo que los demás
En su carta a los Romanos, el apóstol Pablo subrayó un peligro que debemos evitar quienes buscamos primero la justicia de Dios. Él señaló lo siguiente acerca de los judíos de su tiempo: “Doy testimonio de que tienen celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto; pues, a causa de no conocer la justicia de Dios, pero de procurar establecer la suya propia, no se sujetaron a la justicia de Dios” (Rom. 10:2, 3). De acuerdo con Pablo, aquellos judíos no alcanzaban a comprender lo que significaba realmente la justicia de Dios debido a que estaban empeñados en establecer su propia justicia, es decir, en demostrar que ellos eran justos.
¿Cómo podríamos caer en esta trampa? Una manera sería comparándonos con nuestros hermanos y viendo el servicio a Dios como una competencia. Esta actitud fácilmente podría llevarnos a confiar demasiado en nuestras propias habilidades y a olvidarnos de lo que realmente importa: la justicia de Jehová (Gál. 6:3, 4). La motivación correcta para hacer el bien es el amor que le tenemos a Dios. Si tratáramos de demostrar que somos justos por méritos propios, estaríamos negando el amor que decimos tenerle (léase Lucas 16:15).
En tiempos de Jesús había quienes “confiaban en sí mismos como justos, y [...] consideraban como nada a los demás”. Para ilustrar lo mal que está creerse más justo que las otras personas, dio el siguiente ejemplo: “Dos hombres subieron al templo a orar, el uno fariseo y el otro recaudador de impuestos. El fariseo se puso de pie y oraba para sí estas cosas: ‘Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, dados a extorsión, injustos, adúlteros, ni siquiera como este recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana, doy el décimo de todas las cosas que adquiero’. Pero el recaudador de impuestos, estando de pie a la distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos hacia el cielo, sino que se golpeaba el pecho, y decía: ‘Oh Dios, sé benévolo para conmigo, que soy pecador’”. Jesús concluyó su ilustración diciendo: “Este hombre bajó a su casa probado más justo que aquel; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado” (Luc. 18:9-14).
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