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Saturday, December 15, 2012

Qué significa ser fiel


 

 “Moisés como servidor fue fiel”, dice Hebreos 3:5. ¿Qué hizo del profeta Moisés un siervo fiel? Al construir e instalar el tabernáculo, “Moisés procedió a hacer conforme a todo lo que le había mandado Jehová. Hizo precisamente así” (Éxodo 40:16). Los adoradores de Jehová demostramos fidelidad sirviéndole con obediencia. Esto, por supuesto, incluye permanecer leales a él cuando atravesamos pruebas o desgracias. Sin embargo, el que superemos grandes pruebas no es el único factor que determina si somos fieles o no. Jesús dijo que “la persona fiel en lo mínimo es fiel también en lo mucho, y la persona injusta en lo mínimo es injusta también en lo mucho” (Lucas 16:10). Tenemos que ser fieles aun en asuntos que quizás parezcan triviales.
 

 La obediencia diaria “en lo mínimo” es importante por dos motivos. Primero, porque revela nuestro sentir respecto a la soberanía de Jehová. Pensemos en la prueba de lealtad a la que se sometió a nuestros primeros padres, Adán y Eva. No les suponía ningún tipo de privación, pues podían comer de todos los árboles del jardín de Edén, salvo de uno: el “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” (Génesis 2:16, 17). Su fidelidad al observar este sencillo mandato habría demostrado que estaban a favor de la gobernación de Jehová. Por consiguiente, cumplir las órdenes de Jehová en nuestra vida cotidiana es prueba de que apoyamos la soberanía divina.
 

 Segundo, nuestra manera de proceder “en lo mínimo” influye en cómo nos comportamos “también en lo mucho”, es decir, en asuntos de mayor relevancia. A este respecto, observemos lo que les sucedió a Daniel y sus tres fieles amigos hebreos, Hananías, Misael y Azarías. Siendo aún jóvenes, probablemente adolescentes, fueron deportados a Babilonia en el año 617 antes de nuestra era, y los cuatro terminaron en la corte del rey Nabucodonosor. Allí se “les señaló una ración diaria de los manjares exquisitos del rey y del vino que él bebía, aun para nutrirlos por tres años, para que al fin de estos estuvieran de pie delante del rey” (Daniel 1:3-5).
 

 Sin embargo, las provisiones de la mesa real planteaban un problema para los cuatro jóvenes hebreos. Es posible que entre los manjares hubiera alimentos prohibidos por la Ley de Moisés (Deuteronomio 14:3-20). Tal vez no se hubiera desangrado bien a los animales, de modo que consumir su carne sería una transgresión de la Ley divina (Deuteronomio 12:23-25). O pudiera ser que el alimento se hubiera ofrecido a los ídolos, como era costumbre entre los babilonios antes de participar en una comida de comunión.
 

 Sin duda, las restricciones dietéticas no constituían motivo de preocupación para la casa real. Pero Daniel y sus amigos se habían resuelto de corazón a no contaminarse con alimentos prohibidos por la Ley que Dios había dado a Israel. Como el asunto comprometía su lealtad y fidelidad a Dios, pidieron que se les suministrara una dieta a base de legumbres y agua, propuesta que fue aceptada (Daniel 1:9-14). Hoy día, puede que a algunos les parezca insignificante lo que hicieron aquellos cuatro jóvenes. No obstante, su obediencia a Dios dejó claro cuál era su postura en cuanto a la soberanía de Jehová.
 

 La fidelidad en algo que parecía de mínima importancia preparó a los tres amigos de Daniel para confrontar una prueba mayor. Abra la Biblia en el capítulo 3 del libro de Daniel y lea usted mismo cómo se enfrentaron a la pena de muerte por negarse a adorar la imagen de oro que el rey Nabucodonosor había erigido. Cuando se les condujo ante el monarca, expresaron con plena confianza su resolución: “Si ha de ser, nuestro Dios a quien servimos puede rescatarnos. Del horno ardiente de fuego y de tu mano, oh rey, nos rescatará. Pero si no, séate sabido, oh rey, que a tus dioses no servimos, y la imagen de oro que has erigido ciertamente no adoraremos” (Daniel 3:17, 18). ¿Los rescató Jehová? Pues bien, los guardias que los arrojaron al horno en llamas perecieron, pero los tres hebreos fieles salieron vivos, ¡sin tan siquiera haberse chamuscado! Su fidelidad a lo largo del tiempo los había preparado para superar esta decisiva prueba. ¿No demuestra este ejemplo la importancia de ser fieles en las cosas pequeñas?


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