Pages

Thursday, June 23, 2011

Andemos con Dios


 

 A muchos les resulta inconcebible que el Creador de nuestro infinito universo permita que, espiritualmente hablando, los seres humanos caminemos con él; sin embargo, eso es justo lo que quiere que hagamos. En los tiempos bíblicos, Enoc y Noé anduvieron con Dios (Gén. 5:24; 6:9). Moisés “continuó constante como si viera a Aquel que es invisible” (Heb. 11:27). El rey David caminó con humildad junto a su Padre celestial; por eso pudo decir: “He puesto a Jehová enfrente de mí constantemente. Porque él está a mi diestra, no se me hará tambalear” (Sal. 16:8).
 

 Es obvio que no podemos caminar de la mano de Jehová de manera literal, pero sí en sentido figurado. ¿Cómo? El salmista Asaf escribe: “Constantemente estoy contigo; tú me has asido de la mano derecha. Con tu consejo me guiarás” (Sal. 73:23, 24). Dicho de otro modo, andamos con Jehová cuando seguimos fielmente sus consejos, que recibimos mediante su Palabra escrita y “el esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45; 2 Tim. 3:16).
 

 Como nuestro Padre, Jehová, ama a quienes andan con él, mantiene su ojo fijo sobre ellos para cuidarlos, protegerlos e instruirlos. “Te haré tener perspicacia, y te instruiré en el camino en que debes ir. Ciertamente daré consejo con mi ojo sobre ti”, promete (Sal. 32:8). Preguntémonos: “¿Estoy caminando de la mano de Jehová? Es decir, ¿escucho sus sabias palabras y tengo siempre presente que sus amorosos ojos están sobre mí? ¿Influye en mis pensamientos, palabras y acciones el hecho de saber que él me está viendo? Cuando cometo un pecado, en vez de ver a Jehová como un Dios distante y severo, ¿lo veo como un Padre cariñoso y compasivo que recibe al arrepentido con los brazos abiertos?” (Sal. 51:17).
 

 Jehová puede acudir en nuestro auxilio aun antes de que tomemos un mal camino. Por ejemplo, tal vez observe que nuestro corazón traicionero comienza a abrigar malos deseos (Jer. 17:9). En ese caso, él puede actuar mucho más rápido que los padres humanos porque sus “ojos radiantes” penetran en nuestro interior y escudriñan nuestros pensamientos más recónditos (Sal. 11:4; 139:4; Jer. 17:10).

No comments:

Post a Comment