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Wednesday, June 29, 2011

“El Amén”







 (Léase Revelación 3:14.) ¿Por qué se le llama “el Amén” a Jesús? La palabra “amén” es una transliteración de un término hebreo que significa “así sea, seguro”. Este término, a su vez, se deriva de una raíz que significa “fiel, fidedigno”. Es interesante notar que esta raíz hebrea también se emplea para referirse a la fidelidad de Jehová (Deu. 7:9; Isa. 49:7). Pero ¿cómo destaca el carácter singular de Jesús el que se le llame “el Amén”? La respuesta la leemos en 2 Corintios 1:19, 20: “El Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre ustedes [...], no llegó a ser Sí y, no obstante, No, sino que el Sí ha llegado a ser Sí en el caso de él. Porque no importa cuántas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante él. Por eso también mediante él se dice el ‘Amén’ a Dios, para gloria”.


 Jesús es “el Amén” de todas las promesas divinas. Su intachable trayectoria en la Tierra y su sacrificio redentor confirmaron la veracidad de las promesas de Jehová e hicieron posible su cumplimiento. Al permanecer fiel, Jesús demostró que es falsa la afirmación de Satanás que leemos en el libro de Job de que los siervos de Dios lo repudiarán si sufren privaciones y otros problemas (Job 1:6-12; 2:2-7). De todos los hijos de Dios, el Primogénito era quien mejor podía responder dicha acusación. También podía defender mejor que nadie la legítima soberanía de su Padre, una cuestión aún más importante.


 ¿De qué manera podemos imitar a Jesús, “el Amén”? Siendo fieles a Jehová y apoyando su soberanía. Al hacerlo, estaremos siguiendo la invitación de Proverbios 27:11: “Sé sabio, hijo mío, y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio”.

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