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Tuesday, April 23, 2013

Aborrezcamos las bromas obscenas



 

El lenguaje obsceno no es un fenómeno reciente. ¿Le sorprendería saber que en tiempos apostólicos, hace casi dos mil años, también se utilizaba? Por ejemplo, parece ser que algunos miembros de la congregación de Colosas proferían indecencias cuando se enojaban. Tal vez lo hicieran para atacar o herir a otros intencionalmente o para desquitarse. Del mismo modo, muchas personas de la actualidad emplean palabras obscenas cuando tienen arranques de ira; de ahí que la carta de Pablo a los Colosenses siga siendo pertinente hoy. El apóstol les aconsejó: “Deséchenlas todas de ustedes: ira, cólera, maldad, habla injuriosa y habla obscena de su boca” (Colosenses 3:8). Por tanto, es evidente que se exhorta a los cristianos a evitar tanto los arrebatos de ira como el lenguaje obsceno que a menudo los acompaña.
 

Claro, mucha gente dice obscenidades sin la intención de atacar o herir a los demás. De hecho, es probable que solo deseen añadir cierto tono informal a la conversación, lo que explica por qué tales expresiones se han arraigado tanto en el habla cotidiana. A algunas personas hasta les cuesta comunicarse sin decir improperios. En ocasiones, este tipo de lenguaje tiene también el objetivo de provocar la risa. Pero ¿debe considerarse este uso menos ofensivo y, por tanto, más tolerable? Piense en lo siguiente.
 

Los chistes obscenos suelen contener groseras alusiones al sexo, las cuales encuentran divertidas muchas personas que se consideran respetables (Romanos 1:28-32). No es de extrañar, pues, que las conductas sexuales tanto naturales como antinaturales sean el tema predilecto de muchos humoristas. También se bromea sobre el sexo en numerosas películas, al igual que en programas de radio y televisión.
 

Ahora bien, la Biblia no guarda silencio al respecto. El apóstol Pablo escribió a los cristianos de Éfeso: “Que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal como es propio de personas santas; tampoco comportamiento vergonzoso, ni habla necia, ni bromear obsceno, cosas que no son decorosas” (Efesios 5:3, 4). Así pues, no cabe duda de que las obscenidades, sin importar qué se pretenda con ellas, ofenden a Dios. Son moralmente inaceptables y sin duda entran dentro de lo que se considera lenguaje hiriente.

¿Por qué no ver las Escrituras aquí?

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