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Tuesday, July 17, 2012

Jesús nos enseña a orar



 

 Jesús no se limitó a decirles a sus discípulos lo que debían evitar al hacer sus oraciones; también les enseñó lo que debían hacer (léase Mateo 6:9-13). Él no les dio el padrenuestro para que lo memorizaran y lo recitaran vez tras vez. Más bien, les dio un modelo que pudieran seguir al orar. Por ejemplo, sus palabras iniciales muestran que Dios debe ocupar el primer lugar: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mat. 6:9). Llamamos a Jehová “Padre nuestro” porque él es nuestro Creador, Aquel que mora “en los cielos”, muy por encima de la Tierra (Deu. 32:6; 2 Cró. 6:21; Hech. 17:24, 28). Además, el término “nuestro” nos recuerda que, al igual que nosotros, nuestros hermanos también disfrutan de una estrecha relación con Dios. Al decir “santificado sea tu nombre”, le estamos pidiendo a Jehová que tome medidas para limpiar su nombre de todo el oprobio de que ha sido objeto desde la rebelión del jardín de Edén. En efecto, Jehová santificará su nombre cuando elimine la maldad de la Tierra (Eze. 36:23).
 

 “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:10.) ¿Qué es este Reino que pedimos en el padrenuestro? Es el gobierno mesiánico celestial que está en manos de Cristo y de los santos, los cuales se reúnen con él una vez resucitados (Dan. 7:13, 14, 18; Isa. 9:6, 7). Al orar para que el Reino de Dios “venga”, estamos pidiendo que acabe con todos los adversarios terrestres de la soberanía divina. Cuando eso ocurra —dentro de poco tiempo ya—, la Tierra se convertirá en un paraíso lleno de justicia, paz y prosperidad (Sal. 72:1-15; Dan. 2:44; 2 Ped. 3:13). La voluntad de Jehová ya se está efectuando en el cielo. Ahora rogamos que se efectúe en la Tierra, es decir, que Dios lleve a cabo sus propósitos para nuestro planeta. Entre otras cosas, él se propone acabar con todos sus enemigos, tal como hizo en la antigüedad (léase Salmo 83:1, 2, 13-18).
 

 “Danos hoy nuestro pan para este día.” (Mat. 6:11; Luc. 11:3.) Esta es una petición que le hacemos a Dios para que nos dé el alimento necesario “para este día”. Como confiamos en que él tiene la capacidad de cubrir nuestras necesidades día a día, no hace falta pedirle más que eso. Esta petición nos trae a la memoria lo que Jehová les ordenó a los israelitas en el desierto: que cada uno recogiera “su cantidad [de maná] día por día” (Éxo. 16:4).
 

 La siguiente petición de la oración modelo nos recuerda algo que nos corresponde hacer a nosotros. Jesús dijo: “Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores” (Mat. 6:12). El Evangelio de Lucas indica que esas “deudas” son pecados (Luc. 11:4). Solo si ya “hemos perdonado” a quienes han pecado contra nosotros, podremos esperar que Jehová nos perdone (léase Mateo 6:14, 15). De modo que debemos perdonar siempre y sin reservas (Efe. 4:32; Col. 3:13).
 

 “No nos metas en tentación, sino líbranos del inicuo.” (Mat. 6:13.) ¿Qué significan estas dos peticiones del padrenuestro? ¿Debemos entender que Jehová nos tienta para ver si cometemos un pecado? No, sabemos bien que él no hace eso (léase Santiago 1:13). El verdadero “Tentador” es Satanás, el “inicuo” (Mat. 4:3). No obstante, a veces la Biblia dice que Dios hace cosas cuando en realidad solo las permite (Rut 1:20, 21; Ecl. 11:5). Así que al decirle a Dios “no nos metas en tentación”, le pedimos que nos ayude cuando nos sintamos tentados a desobedecerlo. Y con la expresión “líbranos del inicuo” le pedimos que no permita que Satanás nos venza. Y podemos estar seguros de que Dios “no dejará que [seamos] tentados más allá de lo que [podamos] soportar” (léase 1 Corintios 10:13).


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