Es obvio que, como seres humanos de carne y hueso que somos, no podemos andar literalmente con Jehová, que es un espíritu (Éxodo 33:20; Juan 4:24). Por eso, cuando la Biblia habla de hombres que anduvieron con Dios, lo hace en sentido figurado; así pinta una extraordinaria imagen verbal que no solo trasciende las barreras nacionales y culturales, sino también la barrera del tiempo. Después de todo, ¿en qué lugar o época no se comprenderá el concepto de una persona que anda en compañía de otra? Es una imagen que comunica afecto e intimidad, ¿no es verdad? Dichos sentimientos nos dan una idea de lo que significa andar con Dios. Pero seamos más específicos.
Recordemos a los fieles Enoc y Noé. ¿Por qué se dice que anduvieron con Dios? (Génesis 5:24; 6:9.) En la Biblia, “andar” significa a menudo seguir cierto derrotero. Enoc y Noé optaron por seguir un derrotero que armonizaba con la voluntad divina. A diferencia de sus contemporáneos, buscaron la guía de Jehová y obedecieron sus mandatos; confiaron en él. ¿Quiere decir eso que él decidía por ellos? No. Jehová nos ha dotado de libre albedrío y desea que usemos ese don junto con nuestra “facultad de raciocinio” (Romanos 12:1). Pero a la hora de tomar una decisión, permitimos con humildad que su mente, que es infinitamente superior a la nuestra, guíe nuestro raciocinio (Proverbios 3:5, 6; Isaías 55:8, 9). Así caminamos por la vida con Jehová como nuestro amigo íntimo.
La Biblia suele asemejar la vida a un viaje o recorrido, haciéndolo unas veces de manera expresa y otras de manera implícita. Por ejemplo, Jesús preguntó: “¿Quién de ustedes, por medio de inquietarse, puede añadir un codo a la duración de su vida?” (Mateo 6:27). Hay algo en estas palabras que pudiera causarnos extrañeza. ¿Por qué habló Jesús de añadir “un codo” —que es una medida de longitud— a “la duración de [la] vida”, que se mide con unidades de tiempo? Obviamente, Jesús estaba comparando la vida a un viaje, y enseñó que por más que nos preocupemos, no podemos añadir un solo paso a su curso. ¿Quiere decir, pues, que no hay nada que podamos hacer con respecto a la duración de este recorrido? Todo lo contrario. Y esto nos lleva a la segunda pregunta: ¿por qué debemos andar con Dios?
No comments:
Post a Comment