¿Qué puede hacer usted? La Biblia ofrece buenos consejos al respecto. “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra”, dice Proverbios 14:15. Esta declaración no debe llevar a la desconfianza destructiva. Es un recordatorio realista sobre la necesidad de ser precavido. Únicamente la persona demasiado ingenua e inexperta confiaría ciegamente en todo lo que oye. Con razón, el proverbio añade: “pero el sagaz considera sus pasos”. El dramaturgo inglés William Shakespeare escribió: “No os fiéis de las tablas podridas”. Cualquiera que sospechara que las tablas de un puente sobre un gran precipicio estuvieran podridas, cometería una gran imprudencia si intentara apoyarse en ellas. Por consiguiente, ¿cómo ‘consideraría usted sus pasos’ para no depositar su confianza en la persona indebida?
La Biblia nos anima a analizar lo que la gente dice en lugar de limitarnos a aceptar ciegamente todo lo que oímos. “El oído mismo pone a prueba las palabras, así como el paladar gusta cuando se come.” (Job 34:3.)
¿No es eso cierto? ¿Verdad que gustamos la comida antes de deglutirla? Igualmente, antes de aceptar las palabras y las acciones de la gente deberíamos analizarlas. Ninguna persona sincera se ofenderá si procuramos comprobar sus credenciales. Hay un refrán escocés que apoya el hecho de que debemos comprobar las cosas: “Si alguien me engaña una vez, deshonra para él; y si dos, deshonra para mí”.
El apóstol Pablo aconsejó: “Sométanlo todo a prueba”. (1 Tesalonicenses 5:21, Versión Popular.) El vocablo que utilizó Pablo para “prueba”, también se usaba con relación a comprobar la autenticidad de los metales preciosos. La persona prudente siempre se aseguraba de que el oro que compraba fuera auténtico, de lo contrario, terminaría adquiriendo lo que se conoce como oro de los tontos, un mineral que parece oro, pero que en realidad es de poco valor.
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