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Thursday, November 19, 2009

EL DESAFÍO DE SATANÁS


Satanás desafió la soberanía de Dios. Acusó a Jehová de mentir y dio a entender que era un gobernante injusto, pues no permitía que Adán y Eva decidieran por sí mismos lo que estaba bien o mal. Después de que nuestros primeros padres pecaron, la Tierra empezó a llenarse de sus descendientes. Entonces Satanás puso en duda los motivos que tenían todos los seres humanos para adorar a Jehová. Fue como si dijera: “La gente no sirve a Dios por amor. Si se me da la oportunidad, puedo hacer que cualquier persona se ponga en contra de Dios”. El relato de Job demuestra que eso era lo que creía el Diablo. Pero ¿quién fue Job, y qué tuvo que ver con el desafío de Satanás?

Job vivió hace unos tres mil seiscientos años. Era un hombre tan bueno que Jehová dijo: “No hay ninguno como él en la tierra, un hombre sin culpa y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:8). En efecto, Jehová miraba con favor a Job.

El Diablo puso en duda los motivos por los que Job servía a Dios. Le dijo a Jehová: “¿No has puesto tú mismo un seto protector alrededor de [Job] y alrededor de su casa y alrededor de todo lo que tiene [...]? La obra de sus manos has bendecido, y su ganado mismo se ha extendido en la tierra. Pero, para variar, sírvete alargar la mano, y toca todo lo que tiene, y ve si no te maldice en tu misma cara” (Job 1:10, 11).

Satanás afirmó que Job servía a Dios solo por lo que obtenía a cambio. También afirmó que si se ponía a prueba a Job, este se volvería contra Dios. ¿Cómo respondió Jehová al desafío del Diablo? Puesto que la cuestión tenía que ver con los motivos de Job, Jehová permitió que Satanás lo pusiera a prueba. De esta forma quedaría claro si Job amaba a Dios o no.

SE PONE A PRUEBA A JOB

Satanás sometió enseguida a Job a diversas pruebas. Hizo que le robaran parte del ganado y el resto muriera y que casi todos sus siervos fueran asesinados. Todo esto le causó graves problemas económicos. Después, el Diablo lo golpeó con otra tragedia, pues sus diez hijos perdieron la vida en una tormenta. Pero, a pesar de esas desgracias, “Job no pecó, ni atribuyó nada impropio a Dios” (Job 1:22).

Satanás no se dio por vencido. Seguramente pensó que, aunque Job podía soportar la pérdida de todo lo que poseía y de sus siervos e hijos, se volvería contra Dios si se enfermaba. Por lo tanto, Jehová permitió que el Diablo le provocara una enfermedad repugnante y dolorosa. Pero ni aun así Job perdió la fe en Dios. Al contrario, dijo enérgicamente: “¡Hasta la muerte mantendré mi integridad!” (Job 27:5, Santa Biblia, Reina-Valera, 1995).

Job no sabía que era Satanás quien había provocado sus desgracias. Como no conocía los detalles del desafío del Diablo a la soberanía de Jehová, temía que Dios fuera el causante de sus problemas (Job 6:4; 16:11-14). Aun así, se mantuvo íntegro, o leal, a los ojos de Jehová. Y no solo eso: con su conducta fiel, Job demostró que era falsa la acusación de Satanás de que servía a Dios por motivos egoístas.

La lealtad de Job le permitió a Jehová dar una firme respuesta al desafío insultante de Satanás. Job era de verdad amigo de Jehová, y él lo recompensó por su lealtad (Job 42:12-17).

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