Que los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová, mi Roca y mi Redentor (Sal. 19:14).
Lo que más le interesa a Jehová de nosotros es el corazón, es decir, la verdadera persona interior (Sal. 26:2). Sin embargo, nos quiere tanto que no se centra en los errores de poca importancia. Tomemos como ejemplo la ocasión en que Sara, la esposa de Abrahán, faltó a la verdad cuando habló con un ángel materializado; comprendiendo que tenía miedo y estaba abochornada, el ángel se limitó a reprenderla levemente (Gén. 18:12-15). De igual modo, pese a que el patriarca Job se había puesto a “declarar [...] justa su propia alma más bien que a Dios”, Jehová todavía lo bendijo, pues era consciente de cuánto había sufrido a manos de Satanás (Job 32:2; 42:12). Y lo mismo sucedió cuando la viuda de Sarepta hizo duros reproches al profeta Elías. Jehová no se dio por ofendido porque sabía que era una madre abrumada por el dolor de perder a su único hijo (1 Rey. 17:8-24).
Wednesday, May 5
Let the sayings of my mouth and the meditation of my heart become pleasurable before you, O Jehovah my Rock and my Redeemer.—Ps. 19:14.
Jehovah’s primary interest is in the inner person—who we really are at heart. (Ps. 26:2) Lovingly, he does not dwell on minor failings. For example, when Sarah, the wife of Abraham, spoke less than truthfully to a materialized angel, the angel evidently saw that she was afraid and embarrassed, so he simply gave her a mild reproof. (Gen. 18:12-15) When the patriarch Job declared “his own soul righteous rather than God,” Jehovah did not withhold a blessing from him, aware that Job had suffered intensely at Satan’s hand. (Job 32:2; 42:12) Likewise, Jehovah did not take offense at the frank words of the widow of Zarephath to the prophet Elijah. God understood that she was grief-stricken at the loss of her only child.—1 Ki. 17:8-24
No comments:
Post a Comment