Yo soy Jehová; no he cambiado (Mal. 3:6).
Si su amor por Dios y por la verdad se ha enfriado, no es porque él haya cambiado. Jehová no cambia (Sant. 1:17). Él se interesa por usted hoy tanto como antes. Entonces, ¿qué puede haber cambiado en su relación con él? Tal vez las presiones y las preocupaciones han hecho que usted ya no ore con el fervor de antes ni pase tanto tiempo estudiando y meditando. Quizás ya no es tan celoso en el ministerio del campo o no asiste a todas las reuniones (2 Cor. 13:5). Es posible que ese no sea su caso, pero si lo es, ¿qué lo ha llevado a una situación como esa? Puede ser que preocupaciones legítimas como la de atender su salud o mantener a la familia hayan debilitado el sentido de urgencia que debe tener en vista de lo cerca que está el fin.
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