Jesús pasó a decir a la samaritana: “Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación se origina de los judíos”. (Juan 4:22.) Los samaritanos tenían ideas religiosas equivocadas y únicamente aceptaban como inspirados los primeros cinco libros de la Biblia, y, además, solo en su propia recensión (texto corregido), conocida como el Pentateuco Samaritano. De modo que, en realidad, no conocían a Dios. Sin embargo, a los judíos se les había encomendado el conocimiento de las Escrituras. (Romanos 3:1, 2.) Estas proporcionaron tanto a los judíos fieles como a todos los que estuvieran dispuestos a escuchar, lo que necesitaban para conocer a Dios.
Jesús de hecho mostró que, para agradar a Dios, tanto los judíos como los samaritanos tendrían que corregir su manera de adorar. Dijo: “La hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren. Dios es un Espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad”. (Juan 4:23, 24.) Tenemos que adorar a Dios “con espíritu”, impulsados por un corazón rebosante de fe y amor. Para adorar a Dios “con verdad” hemos de estudiar su Palabra, la Biblia, y adorarlo en conformidad con su verdad revelada. ¿Es ese su deseo?
Jesús puso de relieve que Dios quiere adoración verdadera, lo cual indica que hay maneras de adorar que no acepta. Adorar a Dios significa honrarlo con reverencia y rendirle servicio sagrado. Si usted deseara honrar a un gobernante poderoso, procuraría servirle y hacer lo que a él le fuera grato. Como nosotros queremos complacer a Dios, en lugar de decir: ‘Estoy contento con mi religión’, tenemos que asegurarnos de que nuestra forma de adorar satisfaga los requisitos estipulados por Dios.
No comments:
Post a Comment