“No devuelvan mal por mal a nadie. Provean cosas excelentes a vista de todos los hombres.” (ROMANOS 12:17.)
POR lo general, cuando un niño recibe un empujón de su hermano, su primera reacción es devolverlo. Por desgracia, no solo los niños tienden a reaccionar así. Muchos adultos actúan igual: cuando alguien les ofende, procuran vengarse. Claro, la mayoría no va a recurrir a los empujones, pero muchos sí devolverán los golpes de maneras más sutiles. Puede que esparzan chismes sobre la persona que les ofendió o busquen otras formas de perjudicarla. Pero aunque los métodos varíen, la intención es siempre pagar con la misma moneda.
Es cierto que todos sentimos en nuestro interior el impulso de vengarnos, pero los verdaderos cristianos luchamos por dominarlo y así seguir la exhortación del apóstol Pablo: “No devuelvan mal por mal a nadie” (Romanos 12:17). ¿Qué nos motivará a aplicar en nuestra vida esta elevada norma? ¿A quiénes no debemos devolver mal por mal? ¿Qué beneficios obtendremos al negarnos a tomar represalias? Para dar respuesta a estas preguntas, estudiemos el contexto de las palabras de Pablo. En el capítulo 12 de Romanos veremos que quienes renuncian a vengarse hacen lo que deben, demuestran amor y actúan con modestia.
No comments:
Post a Comment