Las lesiones físicas van de pequeños cortes a heridas profundas, y no todas requieren el mismo grado de atención. Lo mismo sucede con los sentimientos lastimados: algunas heridas son más profundas que otras. ¿Es necesario convertir en un conflicto toda leve magulladura que suframos en nuestras relaciones interpersonales? Las irritaciones menores, los desaires y las molestias forman parte de la vida y no requieren necesariamente un perdón formal. Si se nos conoce como personas que rechazamos a los demás por cualquier decepción insignificante e insistimos en que se disculpen antes de volver a tratarlos con cortesía y educación, es posible que los obliguemos a ser muy cautelosos con nosotros o a mantener las distancias.
La Biblia ofrece esta otra recomendación: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros” (Colosenses 3:13). La exhortación “continúen soportándose unos a otros” invita a ser pacientes con el prójimo, a tolerar las características que nos irritan. Tal aguante nos ayuda a evitar los rencores mezquinos. El verbo “perdonándose” transmite la idea de dejar que se vaya el resentimiento. Nuestro sabio Creador sabe que necesitamos perdonar a nuestros semejantes cuando hay razones bien fundadas. Y no es solo para beneficio de ellos, sino por nuestra propia paz interior (Lucas 17:3, 4). ¡Cuánta sabiduría encierra la Palabra de Dios!
No comments:
Post a Comment